martes, 30 de noviembre de 2010

Miedo al éxito. Miedo a la felicidad.

Apenas la noche del domingo pasado, en conversaciones con una persona súper especial surgió el tema de los miedos.  En particular una especie de terror que se va apoderando de nosotros en algunos aspectos de la vida que resultan absolutamente perjudiciales para nuestra realización personal.

El miedo a éxito.  El miedo a la felicidad.

Pues resulta que es bastante común conseguirnos con la elección entre la comodidad de algo que nos satisface a medias y el riesgo de un cambio que aparentemente nos llevará a una mejor situación.  Es natural sentir temor ante el cambio, el miedo a lo desconocido es la base de la mayoría de los miedos.

He conocido casos en los cuales el riesgo es mínimo y la ganancia promete ser estupenda, pero el miedo ha paralizado a quienes han tenido la oportunidad en sus narices y la han dejado ir por la tranquilidad que representa la “estabilidad” que sienten en el momento.

Mejor malo conocido que bueno por conocer es lo que dice un viejo dicho. ¡Pues que cosa más absurda!  Así, claro que tendremos infinidad de malos momentos.  Nunca preferiré quedarme con algo malo cuando en el mundo hay tantas cosas prometedoras.

Un simple ejemplo.  Mi país.  Lo adoro, de cabo a rabo.  Es una belleza, es una maravilla porque tenemos un pequeño planeta entero aquí.  Nieve, desierto, playas, montañas, selvas, ríos majestuosos y los tan famosos tepuyes.  Nada se compara con esta hermosa tierra, sin embargo está encaminada por muy mal rumbo, lamentablemente sus valores morales actuales no son o que eran en mi niñez y no quiero que mis hijos crezcan en un lugar con 40 muertos cada semana.  Me niego a ser un padre de luto.  ¿Solución?  Mudarme de país apenas esté preparado, que no es dentro de mucho, por cierto.  Con la ayuda de Dios, todo saldrá como lo espero.  Y claro, algun@s dirán: ¡Pero que loco! Irse sin familia, sin nada, a la deriva.  ¡Yo nunca lo haría!  Claro, el miedo es quien habla con semejantes palabras.  Yo no he dicho que me vaya a ir a otro lugar con un taparrabos a pescar en la orilla del mar.  Soy un profesional y sé que con planificación y buena actitud, todo se puede lograr.

Cuando hablamos del ámbito amoroso, en la mayoría de las ocasiones sentimos temor de repetir situaciones que nos han resultado dolorosas.  Hemos confiado y hemos sido traicionad@s.  Hemos amado y hemos sido dejad@s, engañad@s, maltrad@s o, de alguna manera, violentad@s en nombre del amor.  Entonces, de alguna forma, resulta que ¿debemos pensar que “algo malo” pasará porque así son las cosas siempre? ¡PUES NO!

El miedo te pisará si lo dejas El miedo es como un ancla.  Es miedo es un peso inmenso que no te deja mover.  El miedo hace que renuncies a tus sueños.  El miedo hace que te escondas.  El miedo sólo te habla de cosas malas.  El miedo sólo busca aislarte y controlarte.  El miedo no te deja ser libre.  ¡ROMPE CON EL MIEDO! No le hables y no dejes que te hable.  Porque sólo quiere mal para ti.

He escuchado como si fuera una explicación razonable: es que la gente no está acostumbrada a tanto amor.  Válgame.  ¡Que horror! ¡Me quieren demasiado!  Mejor corro, porque esto de tener todo este cariño me es totalmente desconocido.  Yo digo que no.  Yo digo que debemos aceptarlo, debemos disfrutarlo, debemos recibirlo.  Porque siempre somos nosotr@s mism@s quienes nos negamos las mejores cosas de la vida.  Somos nosotr@s quienes nos negamos a conocer a mejores personas.  Nos negamos a tener mejores trabajos.  Nos negamos a conseguir ese amor bonito que hemos buscado durante años, sin éxito con la sola excusa de que nos asusta que nos quieran justo como lo hemos deseado.  Nos negamos a tener éxito en la vida porque solemos conocer y escuchar más de fracasos que de éxitos.  Y está claro por qué.  No se aprende tanto de un éxito como de un fracaso.  Los fracasos nos permiten pulir detalles, reconocer errores, perfeccionar planes y cambiar actitudes.  Pero no porque esos fracasos sean más populares para el aprendizaje, nos tenemos que volver adictos al drama.

Yo pienso que aunque hay que estar preparado para lo peor (o por lo menos tratar), siempre debemos esperar lo mejor.  Yo creo en la buena fe, creo en el buen corazón, creo en que existimos más personas de buen corazón que el contrapuesto.  Yo creo en el amor.  Y aunque he estado muy tentado a despotricar de él y hasta del mismísimo Cupido, hoy en día confío.  Confío ciegamente en mi amor, porque algo tan bueno no puede resultar en nada malo.  Entrego mi amor a brazos abiertos.

Offering a hug Al llegar a la oficina, lo hago con una sonrisa, reparto apretones de manos, palmadas en la espalda y abrazos por doquier.  ¡Y vaya si se siente estupendo!  Es una maravilla.  Es genial ver como alguien que está despidiéndose al final de la tarde se devuelve entre sonrisas y protestas con el único fin de no dejarte con los brazos extendidos.  Es estupendo ver cómo alguien que llega usualmente sin un sólo minuto para compartir más que un rápido “buenos días” se toma 10 o 15 segundos para acercarse y darte un abrazo cálido que le genera una sonrisa.  Y ni hablar de uno de mis mejores amigos.  A él lo saludo con un gran abrazo cada vez que lo veo, y le digo: te quiero mucho, mi amor.  Y, en ocasiones, hasta un beso en la cabeza le doy.  Y no me importa lo que pueda decir el mundo.  Eso crea un ambiente envidiable de sonrisas y buena vibra a mi alrededor que me hace sentir cada día que esa es la manera en la cual se deben hacer las cosas.

Yo digo te quiero, te amo, te adoro.  Lo digo varias veces al día.  Sólo hoy le dije tres o cuatro veces a mi hermana ¡Te amo! mientras terminaba de desenredarme de sus brazos para ir al gimnasio.  Ella me respondió que había ironía en aquellas palabras.  Mi respuesta no se hizo esperar…  La abracé con fuerza y le dije: Nunca.  En esas palabras no hay ni una gota de ironía. Te amo.  Ella sonrío y cuando me dispuse a bajar las escaleras, sólo me abrazó desde la espalda sonriendo y buscando juguetear conmigo hasta que llegué a la planta baja de la casa.

Gracias a esta actitud he conocido gente maravillosa.  Claro, también he conocido gente que sólo me ha enseñado cuán vacía puede estar una persona, cuán triste puede ser la vida de alguien que no busca mejorar su propio ser sino que busca tumbar a los demás para que estén a su nivel.  Sin embargo, el saldo es positivo.  Así que nada de lo que pase me hará voltearme a escuchar al miedo de nuevo.

¡Vamos gente! Confíen un poco.  No digo que se vuelvan “creyones” de tanto creer…  Pero no es tan difícil pensar que nos merecemos la felicidad que tenemos frente a los ojos.

pe0072642 Como las semillas que vuelan del Diente de León, sin miedo, hacia su destino, así debemos nosotr@s volar hasta conseguir el sitio donde nuestro amor germine y crezca libre de cualquier opresión.

Palabras de Sabiduría:

El Ser humano es feliz en la medida en que es consciente de que posee un talento capaz de transformar la mueca de un dolor ajeno en la sonrisa de una alegría

Anónimo (hasta que alguien lo refute)

sábado, 27 de noviembre de 2010

Hoy soy un Superhéroe

Esta mañana, sonó el despertador.  Con sólo una fracción mi consciencia lo apago.  En escasos 2 minutos suena el segundo.  Sí, tengo dos despertadores, por si acaso.  Estiro la mano, medio dormido y se calla, tan rápido como comenzó a sonar.  Pienso que es hora de levantarse, pero que 5 minutos no harán gran diferencia.

Una hora más tarde abro los ojos de par en par. ¡Oops! Me quedé pegado a la cama…  ¡Corre! pienso para mis adentros.  el día está gris, llovizna, pero me parece un día bastante más claro que los dos días anteriores.  Me siento descansado, los ojos ya no duelen.  El dolor de cabeza también se ha ido.  No hay sequedad en en la garganta y la nariz está perfecta.

Algo trata de removerse dentro de mí.  Me estiro y, en silencio, grito: Back off, asshole…  One more step ahead and you’ll be stone cold dead.  You have no rights over my soul. (Retrocede, imbécil…  Un paso más y estarás tan muerto como una roca.  No tienes derechos sobre mi alma)  Me siento bien, me siento fuerte, me siento con ganas de luchar.  Mi mente me regaña: Deja de perder el tiempo…  ¡Es tarde!

Voy al baño.  Veo al espejo un tipo que no es en nada similar al de ayer.  Hey boy, looking good, huh? (Hey chico, te ves bien, eh?)  El sujeto en el espejo sonríe, me guiña un ojo de complicidad y mirando al cielo, como si el techo no existiera dice: ¡Oh Dios! ¿Porqué me hiciste tan bonito? (Tomado de una serie televisiva de haces unos años).  Me río.  Que bueno es sentirse bien.

Termino de acomodarme, guardo lo necesario y bajo apresurado.  enciendo el carro.  El ronroneo del motor más allá del mínimo es cómo música para mis oídos una vez más.  ¡Ah! ¡Que dulce suena! ¡Adoro a esta máquina!

¡8 de la mañana! ¡Ya debería estar en mi escritorio!

Pero no importa.  Voy sonriendo en el tráfico.  De pronto algo me hace voltear a la izquierda…  Una chica en un Aveo me está mirando fijamente.  Supongo que pensará que estoy loco por ir sonriendo en medio de una cola que casi ni se mueve.  Vuelvo mi atención al radio.  Volteo de nuevo hacia la chica y noto que se está acomodando el cabello, revisa sus ojos en el espejo retrovisor y maneja su cabellera para que los bucles caigan como en las propagandas.  Voltea insistentemente una vez más, pero en esta ocasión con esa sonrisa de “compre este champú que le dejará sus rizos espectaculares”, le sonrío.  Las luces de freno comienzan a apagarse, debemos avanzar.  Ella arranca antes que yo y en el avance noto que a su lado va un sujeto en el más profundo sueño, con todo y la boca abierta, recostado en el asiento con el respaldar un poco más bajo que el nivel de la ventana.  Sólo atino a reírme y continuar mi camino.

Caminos verdes…  Evito colas y colas… Todas las que puedo. 1 hora después estoy en la oficina.

Saludo con un gran entusiasmo, algunos ojos me miran con alegría.  Suenan las palabras es bueno tenerte de vuelta.  Sonrío una vez más.  Mi caminar de hoy, vivo, ágil y con cierto ritmo me recuerda cómo me haces sentir.  Reflexiono un par de minutos y analizo los últimos dos días.  Caminar pesado, como cansado, con un gran peso encima.  Hoy, casi flotando.  Y pienso: ¡Dios Santo!  ¡Que pesado es el miedo!

El miedo era como un ancla en el alma.  Me mantenía pegado al suelo.  Atado a la tierra, al lodo, a lo más bajo de mi ser.  Al quitármelo de encima todo cambió de panorama.

Theoden Me puse a buscar entre recuerdos de rol e historias épicas y recordé a Théoden de El Señor de Los Anillos.  Un Rey.  Líder de los guerreros a caballo más honorables y letales de toda la región.  Pasó a ser apenas un despojo humano, un títere del mal por escuchar las palabras del miedo.

He decidido ser un hombre nuevo, mejorado, decidí que mi amor, mis amig@s, mi vida, mis sueños son mucho más importantes que cualquier oferta que me tenga el miedo.  Porque lo único que me puede ofrecer es muerte.  Una vida sin amor, sin amigos, sin sueños no es más que el deambular de un cuerpo sin alma a través del tiempo.  Yo elijo ser mejor, yo elijo levantarme por encima todas sus palabras susurrantes y luchar por todo aquello que deseo!

Hoy, ¡yo soy un superhéroe!  Hoy soy ¡UN HOMBRE SIN MIEDO!

Daredevil v2 015-1

Esta es la primera lección que me has enseñado.  Vaya si fue dura.  Estuvo impresionante.  Pero aquí estoy.  Primera prueba superada.  Entre tú y yo, no  habrá miedo que valga.  Aquí estoy.  De pie, extendiendo mi mano.  Sin miedo.  ¡Como Buzz Lightyear!

viernes, 26 de noviembre de 2010

Cacheteado por mis propias palabras

Fixed Heart Anoche fue bastante terrible la hora de dormir…  Ella no salía de mi cabeza.  Su imagen me acosaba en el techo, en el escaparate, en el piso…  hasta debajo la cobija.  Finalmente…  Oculto bajo sábana y cobija, me quedo dormido eventualmente…

Me levanto al oír la voz de mi hermana.  Voy al baño a asearme.  Cepillo de dientes en mano, me miro al espejo y pienso Dude! What’s wrong? You look like shit! (Viejo, ¿Qué pasó? Te ves hecho una mierda).  El espejo sonríe con algo de sorna y me responde directo a la mente Yeah! I feel like shit, so leave me alone! (¡Sí! me siento como mierda, así que déjame en paz).  Termino de asearme sin prestarme más atención.  Me peino un poco…  Termino de vestirme y saliendo, mi hermana de nuevo.  La llevo al colegio.

Camino al trabajo, Tiempo de Cuaimas de nuevo…  El tema:  “El Rechazo”.  Y pienso: Lo que me faltaba.  Miro al cielo y digo Gracias…  con un dejo de cansancio.  Un súbito impulso lleva lágrimas a mis ojos.  A buena vaina…  Ahora si me acomodé yo.  Siento que todo sigue revuelto dentro de mí, pero puedo sentir que tal vez no se trate sólo de mi.  Es ella.  Me pregunto ¿Estará leyendo lo que escribo? Supongo que sí…  La estás cagando, Guácharo.  Me increpo.

Tranca en la autopista, subo por la rampa de Altamira hacia la tranca segura de Plaza Francia, pero me desvío, tomo un atajo…  ¡Sirvió!  Casi no lo creo.  Continúo mi camino, no le presto demasiada atención a nada que no sea la vía o los carros más cercanos a mi.  Sigue Tiempo de Cuaimas, pero lo oigo…  No lo escucho, no me importa escucharlo hoy.  Sólo logra escabullirse una frase a mi cerebro en la tertulia de Vanessa y Noliyú.  Si te rechaza, él se lo pierde. Claro, ellas hablan en términos femeninos siempre…  Y pienso de nuevo ¿Y cuando alguien no se va a querer perder estas maravillas de personas que somos? Ironía.  ¿Qué estás haciendo, Alejandro? La ironía no es tu estilo.  No te dejes.  Sonrío.  Ahora resulta que me regaño más que de costumbre.

Estaciono, camino.  Llego a la oficina. Misma rutina, saco laptop, conecto todo, enciendo.  Otra erupción de lágrimas repentina.  Bien bello, pues.  Ahora voy a ser la Magdalena de la oficina.  Voy al baño, me enjuago la cara, respiro hondo.  Salgo y me avoco a las tareas de hoy.  Va pasando el tiempo y de tanto en tanto, las erupciones llegan.  Unas cuantas lágrimas se cuelan de tanto en tanto.  Franelazo y las seco.  SHIT! Tengo la nariz tapada y ahora moqueando.  Ahora voy a ser el mocoso de la oficina.  Con la cara de pocos amigos que cargo no creo que alguien vaya a decirme nada.  Llega Carolina.  Me da la mano, me abraza y pregunta ¿Cómo estás? Respondo casi inconscientemente Ahí. Pienso que debo desayunar.  Carola, ¿ya comiste?  Me ve con comprensión.  Me excuso diciendo que quedó el otro yogurt en la nevera.  Pero quiero un café, bajamos y terminamos yendo al negocio de las empanadas.  Carolina me reconforta y con su bebé en el vientre, se debe alimentar bien.  Yo invito.  Y además me compro una empanada.  Subimos, comemos, hablamos, nos vamos a trabajar.  Pasadas las 10 de la mañana comienzan a titilar un montón de ventanitas en mi escritorio.  Chats.  una cantidad insólita de gente me pregunta cómo me siento.  Trato de explicarle a cada un@ que en la mayoría de las partes de mi vida, estoy en excelentes condiciones, pero que mi corazón se encuentra en un torbellino de emociones que no sabe manejar.  Eso es lo que me tiene mal.

Tod@s van cediendo a mis explicaciones y algun@s me dicen que nos veamos.  Espero poder reunirme con much@s de ell@s, aunque sea para abrazarl@s y agradecerles.  Cada un@ me hizo sentir que he hecho bien en la vida, puesto que me vieron en un momento duro y prestos vinieron a socorrerme con palabras de ánimo.  Gente desde la guardería, pasando por el colegio y la universidad hasta terminar con una compañera de mi trabajo anterior y una lectora de mi blog que llegó a él por comentarios en Tiempo de Cuaimas.  Tod@s me hablaron y me dieron ánimo.  Vaya si tengo suerte.  Cuento con una cantidad de gente espectacular a mi alrededor que se preocupa genuinamente por mí.  Y resulta que no lo sabía.  Una sonrisa genuina asoma en mi rostro.

Mi cara de agotamiento, sin embargo, habla de como me siento aun en el ámbito sentimental.  Sigo trabajando.  Carolina me espera para almorzar.  Creo que en parte sabe que como me preocupo por el bebé y quiero que coma bien, aunque no tuviera muchos deseos, iré con ella a comer “bien” en el Centro Comercial.  Ella invita.  Hablamos, discutimos (en buenos términos), ella expone puntos, yo también argumento.  Vamos por el café de costumbre.  Yo invito. Y le invito la torta…  El antojo de hoy.  Me habla del bebé.  Sabe que eso me hace feliz.  No me gusta verte así… Me dice eventualmente.  A la oficina de nuevo.  Trabajo.

Aparecen un par de ventanitas de chat más.  Una bella amiga de la universidad me habla, me pide que le explique con un poco más de detalle.  Utiliza una lógica irrefutable y además me dice: Yo estuve en sus zapatos, yo sé lo que es eso.  Dale su espacio.  La última frase me llega al rostro como una cachetada.  ¡Es su espacio! ¡Libertad! vienen los pensamientos a mi cabeza.  Me termina de zarandear como un perol a punta de palabras muy bien organizadas y argumentos que me hacen pensar en mi mismo analizando los problemas de alguien más para ayudarlo.  Vaya, ¡pero es que estoy embrutecido!

Terminamos de hablar y me doy cuenta.  ¡Miedo! ¡Un miedo terrible a perderla! Pero que estupidez, ¡estoy escuchando al miedo!  Otra compañera de trabajo me dice que la puse a llorar como una quinceañera en drogas.  Me carcajeo, no puedo evitarlo.  Sólo a ella se le ocurriría tal cosa.  me manda a escuchar unas canciones que son como puñales.  Pero ya no lo son.  Porque me develaron el problema.  Le prestaba más atención a mi miedo que a mi amor por ella. ya no más.  Comienzo a reír.  Me siento feliz por el vuelco del día.  Pienso en ella y sólo recuerdo los buenos momentos.  Y espero y confío que nuestra conexión le permita sentir lo que yo estoy sintiendo. Si es para ti, si ella es como tú piensas, la indicada…  Vendrá en el momento exacto.  Esas palabras se quedaron dando vuelta en mi cabeza.  Confío en mi amor, confío en su sinceridad y confío en lo que vivo y siento.  No hay más lágrimas.  Hasta mi mamá me llamó y repitió lo mismo...  Dale tiempo… ya vendrá.

Llega la que llora como una quinceañera en drogas.  Me abraza.  Estoy escuchando If it kills me de Jason Mraz.  ¡Guacharito! ¿Estás al borde de la muerte? ¿Qué es esa canción?  Y me río y le digo: No trata de suicidio ni nada por el estilo.  Y es una muy buena canción.  Comenzamos a escuchar canciones de esas como puñales y me dice que la voy a hacer llorar en serio.  Vamos por un café.  Hablamos.  Y me dice que confíe en Dios.  Que Él sabe lo que hace. Y que rece.  Y la quiero por eso.  Hoy Dios me mandó el escuadrón completo de rescate de corazones heridos por el miedo.

Llega a mi cabeza un artículo de hace unas 3 semanas.  El amor es y con eso basta.  Me río de mi mismo y de cómo puedo ignorar mis propias palabras.  Me siento enormemente mejor.  Una frase de ella aparece en mi pantalla.  Sólo confirma lo que pienso.  Está allí, debo confiar, debo dejarla pensar.  Debo mantenerme firme.  Tomo al miedo por la pechera y le digo directo a los ojos: ¿Sabes qué? ¡Jódete! ¡No te quiero volver a ver cerca de mí…  O de ella!  Siento la libertad una vez más.  Me siento dichoso sólo por saber que existe, sólo por saber que existo para ella.  Me siento bien de entregarle el amor que le entrego cada día.  Cada noche en estas letras… hasta que volvamos a la normalidad.  Sé que está preocupada, puedo sentirlo.  Y hoy, aunque me sentía muchísimo mejor y más tranquilo, tenía que dejar salir también esta tranquilidad y derramarla en palabras sobre estas líneas para que, si pasa por aquí, sepa que este amor es real.  Tan real que no dudará nunca más ni de mí, ni de ella, ni de el amor en sí…  Porque el amor es…  No necesita pruebas, está, se siente, y el amor no duele…  Me dolía el miedo y ya lo saqué de nuestro camino.

Hoy, que fue día de acción de gracias, agradecí a Dios por mandarme a tanta gente a decirme cuánto valgo y recalcarme lo mismo.  Si es… Ella vendrá, ella se dará cuenta. No te preocupes.  Hoy le agradecí al Señor por mi familia, mi madre que en un par de frases me adivinó la tristeza y estuvo hablando conmigo.  Mis amig@s, sencillamente espectaculares.  No puedo quejarme, sólo puedo agradecer la suerte tan maravillosa que he tenido.

My heart Y si lees esto, tú a quién aquí sólo llamo ella, a ti te agradezco hacerme sentir tan dichoso, tan capaz de dar amor, tan capaz de hacerte feliz, tan capaz de provocar sonrisas, tan capaz de devorarme al mundo.  Te agradezco la huella que ya estás dejando en mi corazón.

Como Buzz Lightyear!

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Hoy… Se reventó la represa :(

BRTY56 Quiero escribir, quiero dejar este peso en palabras… quiero aniquilar las dudas, quiero hacer un agujero negro en mi alma que absorba esta desazón, que se lleve para siempre este mal sabor de boca, esta amargura al final de la garganta que la tranca y, ni siquiera me deja respirar bien.

Después de dormirme hoy mismo, más allá de las 2 de la madrugada, me desperté con un sobresalto…  6:29pm, suena el teléfono celular.  Quiero pensar que todo fue un mal sueño, que hoy es martes y esta llamada es, como de costumbre, ella.  Una voz que no me suena conocida al otro lado de la comunicación saluda, fuerzo mi mente, ¡TIENE QUE SER ELLA!  La voz pregunta: – ¿Quién es? – Sólo atino a responder mi primer nombre…  No es ella, qué puede importar quién llame a esta hora si no es ella y si además no sabe con quién está hablando.

Total que traté de darme ánimos.  Sentía un vacío entre pecho y espalda…  Y no precisamente por hambre.  Pero bueno, nada…  Hay que trabajar, el tiempo pasa, pierdes tiempo de felicidad, pensé.  El aire frío de la mañana me atravesó…  Como si no tuviera sino un agujero en el pecho.  Me heló hasta los huesos…  Por primera vez en mucho tiempo, no sólo me sentía muerto de frío por fuera…  Mi interior se estaba congelando.  ¿La razón?  La falta de su voz en la mañana…  Sacudo mi cabeza con fuerza y pienso siempre le dices a la gente que sea fuerte.  Me visto con una prontitud inusitada.  Corro a la computadora, abro el Messenger, GoogleTalk…  No está…  No está en tu vida, no te portes como un niño, me increpo.

Me consigo a mi hermana camino a la puerta. ¿Puedes llevarme al colegio? Sí. La respuesta casi sin dejarla terminar la pregunta.  Ella ignorante de todo, no me lee en los ojos el quiebre que sufre mi alma y me pregunto si es que acaso yo, particularmente yo nací para estar solo.  No sólo en el mundo.  Con mis amigos, pero solo.  Con su apoyo, con sus alegrías, con u compañía, con su familiaridad y su amor… de amig@s.  Casi sin darme cuenta, llego al colegio, mi hermana se baja, arranco.  Quiero escuchar el motor, quiero hacerlo rugir.  Quiero que ensordezca mi mente, que nuble mis pensamientos y que apagué el llanto de mi corazón.  No funciona.

Me consigo con una amiga, le doy la cola al trabajo.  Una conversación ligera, pero llena de cariño me reconforta.  Me doy cuenta que su falta, la de ella, me genera un nivel de soledad inmenso.  No hay cómo cubrirlo.  Podría estar en el medio de un tumulto y no escuchar un solo sonido de lo que sucede a mi alrededor.  Me enfoco en manejar.  Pero no logro callar a mi corazón.

Me dirijo a mi oficina, sin desayuno.  Por segunda vez, no tengo hambre.  No quiero comer.  No quiero ir.  Quiero bajarme del carro y correr, cansarme.  Agotarme, para ver si así no tengo ni fuerzas para sentirme así.  Pero no puedo.  Sintonizo en la radio Tiempo de Cuaimas.  Las animadoras suelen alegrarme y entretenerme.  Tema: Los hombres Zamuros, sombríos, fracasados, envidiosos…  Y una sarta de cosas más.  Pienso que alguien se siente permanentemente peor que yo. Vaya consuelo.  Es una idiotez de mi parte pensar así.  Me regaño a mi mismo de nuevo.

Manejo, me estaciono, camino.  Paso por el puesto de las empanadas y hoy, en lugar de seducirme su aroma, me causa repulsión.  Náuseas.  Acelero el paso.  La tristeza viene por mí y casi voy al trote a ver si la dejo atrás.  Nada.  Al llegar a la oficina, coloco la laptop en mi escritorio, conecto el monitor secundario y los cables del ratón, energía y audífonos.  La enciendo.  Me tienta ver si está…  Me levanto.  Voy por agua.  Mi garganta se reseca.  Mi estómago se comprime en protesta por la falta de comida.  Mi alma se dobla y el miedo aparece…  Lo enfrento, lo miro a los ojos y camino directo a mi escritorio.

Llega una gran compañera, mimosa, embarazada…  Me lee los ojos.  Me abraza con fuerza y me dice: Hola, cariño. Dándole un matiz normal al asunto.  Mis ojos actúan como una represa.  Quiero estallar en llanto.  ¡No puedo! Sí, sí puedo.  Pero no debo.  Tengo que concentrarme.  Una lágrima rebosa la muralla de mi voluntad.  La enjugo con un dedo antes de voltear.  Esbozo una sonrisa tan dulce como me permite el corazón y la veo con agradecimiento.  Bajo forzado por mi cerebro a comprar un Yogurt.  Compro dos.  Debo comer.  Es estúpido no hacerlo.  Me como uno a duras penas.  Guardo el otro en la nevera.

monstruo_milton Transcurren las horas, resuelvo cosas simples.  Me reúno para discutir un diseño.  Trato de hacer chistes malos.  Los demás se ríen más que yo.  Confirmo que me dicen Milton, un gran monstruo con un corazón enorme.  Me siento mejor.  Un parpadeo naranja me llama la atención en mi monitor a escasos metros.  No pienso.  Pienso en lo bonito que es ser considerado alguien de una gran corazón.  Remo en mi silla como si de un bote se tratara, jugueteando para animarme un poco.  Es ella.  Una frase.  Me siento la mala. Se me parte el alma una vez más.  Son circunstancias del corazón. Aparece una segunda frase. Aunque no lo creas, me siento mal.  Respondo, con comprensión.  Le creo, le aposté todo.  Cómo no creerle.  Puedo sentirlo, su malestar.  El nudo en el estómago, la garganta seca una vez más.  La saliva no aparece y siento como me marchito por dentro.

No responde más…  Se fue.  Sigo la reunión…  Ni me acordaba.  My bad.  Termina la reunión.  Hora de comer.  Llamo a Manolacho.  Nos espera. Bajamos un grupo.  Las chicas me leen los movimientos.  Me ven apagado.  Me abrazan.  ¡Gracias!  Una vez más, las lágrimas amenazan con aparecer.  Aprieto los puños.  Sonrío, acelero el paso.  Me anima saber que se preocupan por mí.

Caminamos, hablamos.  Trato de bromear, distraer mi mente.  Silenciar durante un rato a mi corazón. Compramos, buscamos una mesa, nos sentamos a comer.  Hablamos de varias cosas.  Terminamos de comer.  Café.  Por favor.  Pedimos, nos sentamos. Hablamos.  MaGa me acaricia suavemente la espalda, luego va por las cosquillas.  Las últimas no aparecen.

Volvemos a la oficina.  Llegando, me llama Louise.  Mi mejor amiga.  Me devuelvo a Mc Café.  Hablamos de trabajo.  Pero ella me ve y lo sabe.  Algo grave me pasa.  Transcurre la tarde entre bases de datos, soporte y problemas de internet.  En algún punto ella me habló de nuevo.  Una frase.  No recuerdo.  Hablo, hablo, hablo.  Dejo salir un montón de amor…  Nunca responde.  Siento como cuando vas a servir jugo de una jarra demasiado llena y a última hora, quitan el vaso.  ¿Leyó?  No lo sé.  Hora de irme.  No quiero.  Aquí estoy acompañado.  Amig@s, compañer@s de trabajo que se van ganando también ese nombre.  Ese puesto tan especial.  Después de volcar un camión de amor contenido sobre el Messenger, le digo a ella

7:40 de la noche.  Me voy.  Manolacho también me lee.  Me conoce.  ¿Te vienes? La pregunta es retórica, él lo sabe.  Pero también sabe que quizás necesito espacio. Si no estorbo.  Mi respuesta es concisa. ¡Los amigos nunca estorban!  Me despido.  Louise me dice: Yo también me voy.  Lo sé, no está apurada, pero quiere hablarme.  Me abraza saliendo. Comienza a decirme cuánto me quiere.  Sus palabras llegan muy hondo…  Como siempre.  Llegamos al Centro Comercial.  Hacemos la cola para sacar algo de efectivo del cajero automático.  Me abraza, tiernamente.  Demasiado.  Mis ojos no dan más.  Las lágrimas brotan casi a borbotones, no puedo controlarlo.  Lloro, sólo me apoyo en su hombro y lloro como un niño.  Suenan las palabras de siempre, con el plus de que vienen de una madre.  No te pongas así.  No me gusta verte triste.  Tú eres muy bueno.  Me dejo llevar por los sentimientos, la gente me observa con extrañeza.  No me importa.  Sólo quiero llorar.  Louise está allí, ella me entiende.  Me conoce mucho más allá de mis chistes de sexo y de mis actuales dudas respecto al amor.  Renuncio a ser un triste Príncipe Azul, ¡ya no más! Sólo sirve para que te jodan.  Rabia.  Estoy cansado Louise.  ¡Cansado!  No quiero seguir siendo demasiado bueno.  Ella me cachetea con sus palabras.  Pero eres así.  Yo sigo renegando del amor que aún se desborda por mis poros.  Que cae en el vacío de la soledad que estoy sintiendo.  Ella sólo me abraza y me dice que ya llegará la persona.  Siento que ella es la persona, Louise.  Pero no se da cuenta.  Tiene miedo.  La entiendo.  Quisiera odiarla, borrarla, sacármela de la cabeza, de la vida.  Pero ni siquiera puedo culparla. Y la quiero.  La quise con fervor, las quise con el alma entera.  De sus labios, sólo escucho Si es, entonces ya vendrá.  Se dará cuenta.  Sus palabras me atraviesan de par en par.

Nos detenemos a tomar agua y ella y su hermana a comer algo.  No tengo hambre.  Dejo deslizar más lágrimas por mi rostro, estoy entre familia.  Tomo sorbos de agua que calman la sequedad de mi garganta…  Sólo durante un rato.  Me siento mejor.  Pero necesito escribir.  Llega MaPa, la hermana de Manolacho y pienso que me tocará irme solo…  Una vez más.  ¡No!  Manu me dice que se viene conmigo.  Se dibuja una sonrisa en mi rostro.  Un verdadero amigo.

Vamos a carro.  Jugueteo arrancando para quemar caucho en el estacionamiento.  Louise me sonríe junto con Gorka. Dos de mis mejores amigos.  ¡Que suerte tengo!  Sentimientos encontrados.

Salgo, dejo a Manuel y llego a casa.  Voy a escribirle.  Un último correo, quizás sea una despedida.  Quizás sea lo que la haga despertar.  Quizás le dé el valor de enfrentarse al miedo y decirme: Ven.  Una sola palabra.  Tres letras y mi mundo sería de colores de nuevo y dejaría de estar tan gris.  No lo sé.

Pero sé que no dejaré una sola palabra sin ser dicha.  Si pierdo esta batalla, no será por no haber hecho todo lo que pueda.

Sí…  Triste.  ¡PERO NUNCA JAMÁS DERROTADO!

Ahora me despido.  Voy a escribirle a ella.  Terminaré de mandarle lo que queda de mi ilusión.  Ella, confío en Dios, sabrá qué hacer.

Y mañana…  quizás les cuente.  (Si llegaste aquí y no entiendes nada…  Ve al post de ayer)

Que mal día… Emocionalmente hablando…

A22B5X Vaya vaya…  Necesito una vez más sacarme este torbellino de pensamientos de adentro, necesito masticar este revoltillo de sentimientos y darles un matiz más inteligente.  Hoy el instinto trata de apoderarse de mí.  Quiero gritar, llorar, golpear un saco, arrojar cosas contra el piso, quiero correr hasta caer exhausto y dormir antes de que una lágrima asome en mis ojos…  Pero no lo haré.  Hoy 23 de Noviembre de 2010, ya termina el día, queda escasamente una hora para que se acabe y me siento a escribir porque siento que de no hacerlo, el pecho me va a estallar.

Pero comencemos por el principio.

Hoy me levanté con desasosiego y un extraño dolor en las costillas de mi flanco derecho.  Hice una llamada, dos…  Nada…  Será que está ocupada…

- No te preocupes – me dije, sin mucho éxito al tratar de convencerme a mí mismo de que lo que sentía no tenía relación alguna con ella.  Algo muy dentro de mí sabía, sin motivo ni explicación, que ella no estaba bien.

¡Llamó!  ¡Aleluya!  El corazón se desboca frenético al escuchar su voz, pero su galope se detiene en seco cuando su tono revela que esta vez la conversación no terminará en una larga despedida como es costumbre.  Su voz está apagada, angustiada.  Sé ahora que lo que siento no es efímero, es real…  Comienza el día y ya pinta a desastre sentimental…

Almuerzo…  No se ha conectado en toda la mañana…  Nada común…  El nudo en el estómago a estas horas, normalmente causado por el hambre, esta vez tiene otro origen.  Ella.

Ya lo sé…  Viene como un tren hacia mí, pero decido hacerle frente estoicamente.  Después de un par de llamadas no contestadas, un mensaje de voz y un par de mensajes de texto, renuncio a la idea de recibir una respuesta y confiando en el corazón, no hago sino tratar de buscar una explicación loable que me de un poco de tranquilidad.  Pero es inútil.

Paso el almuerzo en grata compañía, satisfago mi necesidad física de comer, pero el hambre que siento en el pecho no se me quita…  De pronto…  ¡No uno, sino 2 mensajes de texto! – Discúlpame – ya comenzamos mal – Estoy confundida – con algunas palabras en el medio.

Agradecí la sinceridad, pero las entrañas se contorsionaron, el estómago se agitó.  Controlo las sensaciones a punta de fuerza de voluntad…  Busco palabras y respondo los mensajes…  En resumen, digo: – No te alejes.

Vamos por un café antes de volver a la oficina y bromeamos…  Trato de distraer mi mente en las conversas, pero no está funcionando…  Tengo que llegar a ella…

Más tarde un vaivén de correos electrónicos. Comienzo yo, tratando de dialogar…  Termino tratando de conseguir unas horas, una conversación frente a frente, mirándonos a los ojos.

Ofrecí verdad, sinceridad, respeto, paciencia, comprensión, felicidad, alegría y siempre terminar el día con una sonrisa…  Cumplí.  Aún estoy cumpliendo, y pienso seguir haciéndolo hasta que este tren parta de su estación.

Mantengo las sonrisas a fuerza de panas, compañeros de oficina que son una bendición y una persona que después de recibir mi apoyo, se agarró hoy como los machos y se puso de muleta.  Se dio cuenta de que con todo y la actitud, algo estaba diferente y sin más, me escuchó durante un par de horas haciendo chistes entre catarsis y catarsis, llamando carcajadas que liberaran la tensión.  ¡Gracias Manolacho!

Consigo a una buena amiga.  Le cuento, comienzo a sacar lo que llevo dentro…  Mi tono jocoso disfraza el dolor, pero no ante sus ojos que me conocen bien.  Se da cuenta y me abraza, me abraza mucho y lo agradezco desde lo más profundo de mi ser.

Va al cine, con otros amigos.  Es hora de despedirse.  Su encuentro no pudo ser más preciso.  Nos damos un fuerte abrazo y prometemos vernos lo antes posible. Quiere que hablemos, quiere escucharme.  Gracias.

Sigo en el carro, hablando con Manolacho en el carro en el camino a su casa, que está desviándome un poco camino a la mía.  Me desea suerte de corazón.  Nos despedimos y me voy, sumido en mis pensamientos, confundido.  ¿Confundido? - Vamos, no seas idiota.  Tú sabes bien cómo son estas historias. – Me digo con un ápice de sarcasmo hacia mi mismo, buscando remplazar la impotencia por rabia.  Pero vamos, no estamos en guerra, no hay un enemigo sobre el cual enfocar mi ira, así que desecho la idea.

Tiempo, pienso.  Aludo, como buen computista a la lógica elemental.  Sólo hay dos opciones, más y mejores momentos como los que vivimos o una historia, probablemente repetida, en un lugar donde las segundas partes, rara vez son buenas.  ¡La opción lógica soy yo!  Pero ya sabemos cuán ilógicas pueden llegar a ser las mujeres, ¿cierto?  Sólo resta dejar pasar el tiempo, seguir con mis planes egoístas y esperar mientras sigo haciéndome feliz. Tiempo. ¿Cuánto? No tengo idea…

Vaya, ya estoy llegando a casa.  Pasadas las 8:30pm.  No quería llegar.  Voy a revisar correo como de costumbre y ese dolor en el costillar derecho que desde esta mañana estaba pulsando no ha cedido un ápice.  Malas noticias.  Puedo sentirlo.

Respuesta a mi último correo. Miedo.  Leo tanto miedo en sus palabras que casi me contagia.  Respondo una última vez, prometiéndome a mi mismo respetar su decisión y termino despidiéndome, dándole el espacio que ella cree necesitar.  Se me parte una vez más el corazón y no comprendo en absoluto qué es lo que está pasando.

Cambio el mensaje en el Messenger y en GoogleTalk.  Se abren ventanas de conversación.  Varias, al mismo tiempo.  La gente pregunta, respondo escuetamente sin dar muchos detalles.  No estoy de ánimo.  Juego en modo solitario, ya que no hay modo de conectarme a un juego cooperativo. Y leo, pauso el juego, respondo. Sigo jugando, y me ensaño contra los terroristas. Sigo respondiendo.  Todo mundo opina.  Todos dicen ella es la que pierde y les creo, pero no alivia demasiado ni mi dolor ni mi cansancio.  Y me pregunto: ¿Y cuándo será que aparezca una que no se quiera perder esto que mis amig@s ven en mi? Ahí va el sarcasmo de nuevo.  Lo desecho.

Otra gran amiga aparece en GoogleTalk y me azota con mis propias palabras.  La entiendo, me entiendo, pero sigo sin mucho ánimo.  Ya había comenzado a escribir, alrededor de las 11 de la noche.  El buen humor, no lo pierdo y hago un par de chistes malos en medio de la conversa, nos reímos.  Se va a dormir.

Sigo escribiendo.  Las palabras aparecen solas en la pantalla, ni mi mente ni mis ojos, ya agotados a esta hora quieren seguir lo que escribo con detenimiento, sólo quiero dejar salir lo que que consiga dentro de mi.

Casi la 1 de la mañana.  Hora de dormir, los dejo con este día…  Terrible desde un punto de vista, pero lleno de aprendizajes desde otro.

No me arrepiento de haberme dejado llevar por el sentimiento que ella me inspira, me hizo sentir como llegando al mismo final del arcoíris en apenas unos días…  Pasarán los días, agitados en principio…  Tengo que desintoxicarme de ella, de su imagen, de la falta que me hace escuchar su voz temprano en la mañana y justo antes de dormir…

Pasará, como todo pasa… O volverá antes de que yo parta hacia un nuevo rumbo que estime feliz.  Sólo Dios lo sabe…  A Él le pido que le dé la mayor felicidad posible, conmigo o sin mi.  Y me despido agotado, mis estimad@s compañer@s de letras, agradeciéndoles que hayan leído este día.  No tengo fuerzas para reflexionar ahora mismo, pero estén atentos porque las siguientes semanas prometen ser productivas en cuanto a escritura se refiere.

Y les digo: Podemos creer que nadie nos entiende, pero resulta que más de un@ ha vivido lo mismo que nosotros, diferentes actores, variaciones en el guión, pero la misma historia al fin y al cabo.

Por cierto, la molestia en el costillar ya no es dolor, es sólo molestia…

Palabras de Sabiduría:

Las lágrimas son palabras
que deben ser escritas

Paulo Coelho

lunes, 22 de noviembre de 2010

Cancionero – Sabes

Saludos una vez más.  Hoy les traigo una canción que llevaba mucho tiempo oyendo, pero que creo que no había escuchado ni una sola vez. Resulta que el fin de semana pasado estaba terminando de trabajar, pensando en alguien muy muy especial que ha comenzado a pintar de colores más brillantes cada uno de mis días, cuando la letra de la canción se infiltró en mis pensamientos, me obligó a prestarle atención y… *PUFF* Me di cuenta de lo hermosa que es y de lo apropiada que resulta para este momento…

Sin quitarles más tiempo, los dejo con esta maravilla de canción, interpretada por Reik:

Sabes

Sabes, no pido nada más
Que estar entre tus brazos
Y huir de todo el mal
Que a todo he renunciado
Por estar junto a ti

Sabes no dejo de pensar
Que estoy enamorado
Te quiero confesar
Que soy solo un esclavo
Que no sabe vivir sin ti

Cuando llegaste tú
Te metiste en mi ser
Encendiste la luz
Me llenaste de fe

Tanto tiempo busqué
Pero al fin te encontré
Tan perfecta
Como te imaginé

Como aguja en un pajar
Te busque sin cesar
Como huella en el mar
Tan difícil de hallar

Tanto tiempo busqué
Pero al fin te encontré
Tan perfecta
Como te imaginé

Sabes te quiero confesar
Que te encuentro irresistible
No dejo de pensar
Que haría lo imposible
Por quedarme cerca de ti

Cuando llegaste tú
Te metiste en mi ser
Encendiste la luz
Me llenaste de fe

Tanto tiempo busqué
Pero al fin te encontré
Tan perfecta
Como te imaginé

Como aguja en un pajar
Te busque sin cesar
Como huella en el mar
Tan difícil de hallar

Tanto tiempo busqué
Pero al fin te encontré
tan perfecta
Como te imaginé

Sabes no pido nada mas
Que estar entre tus brazos…

 

No añadiré mucho más.  Sólo que esta canción, como ya sabes, es para tí…  Yuny. <3 <3

tt4200008

lunes, 8 de noviembre de 2010

Sinopsis – Juan Salvador Gaviota

Jonathan Livingston Seagull Conocido en español como Juan Salvador Gaviota y en inglés como Jonathan Livingston Seagull; obra de Richard Bach.  Es uno de los libros que me hizo despertar de ese letargo en el cual aprendemos a vivir, viendo nuestra propia vida como si fuera una película dirigida por alguien más, haciendo lo que todos hacen y viviendo como se supone que vivamos…  ¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar para ir más allá de tus límites?

La manada Esta es la lección que nos enseña Juan Salvador Gaviota.  Juan es una gaviota como cualquier otra, sólo que distinta.  Juan no piensa en pasar los días graznando y peleándose por migajas de pescado o pan.  Para Juan, la vida es algo más.  Para él, volar es lo que cuenta.  Volar no para sobrevivir, no para llegar de la orilla a los botes pesqueros, ni para lograr un bocado de comida que le permita sentir su hambre satisfecha hasta el día siguiente.  Para Juan Gaviota, volar no es una necesidad, es un arte.

Soledad... Vivir no es une rutina diaria de levantarse, graznar, volar, comer y dormir.  Vivir es una aventura.  Volar es un reto.  Por qué quedarse en la orilla cuando hay tantos acantilados, montañas, tantos horizontes que alcanzar.  Y es esta manera de ver la vida y el vuelo lo que hace que las demás gaviotas lo dejen solo, que piensen que Juan es sólo un pobre loco que no hará más que conseguir la muerte en su búsqueda del vuelo perfecto.

Volando lejos Llega el momento en el cual la manada no sólo lo ignora, sino que lo destierran y entre dudas e ilusiones, Juan parte a un horizonte lejano en busca de nuevos aprendizajes en cuanto a vuelo se refiere.  Cada día se concentra más en sentir el viento a su alrededor, en curvar sus alas para hacer el menor esfuerzo posible al planear y en volar más lento y más rápido que cualquier gaviota que hubiera conocido.  Pasa rasante por piedras, planicies y campos verdes como no había visto nunca.  Se siente libre, verdaderamente libre.

Un día, mientras volaba, divisó a dos gaviotas que volaban junto a él, sin esfuerzo.  parecía que sabían sus técnicas.  Hizo cuanta cosa había aprendido, trató de despistarlas, pero estas gaviotas seguían volando a su lado a escasos centímetros de sus propias alas.  Juan había conseguido una nueva manada…

Aquí es donde comienza la historia real de este fabuloso personaje con el cual nos identificaremos en más de una ocasión si nuestra avidez de conocimientos es tan grande como la de él.

Palabras de Sabiduría:

Rompe las cadenas de tu pensamiento
y habrás roto las cadenas de tu cuerpo…

La Gran Gaviota a Juan Salvador Gaviota

viernes, 5 de noviembre de 2010

Prosa - La gente que me gusta

Sean una vez más bienvenid@s a este, nuestro espacio de disertación, relajación y pensamientos positivos.  Hoy vuelvo a citar al maravilloso Mario Benedetti.  Y es que uno no se cansa de conseguir espléndidos artículos nacidos de la inspiración de este genial poeta.  En esta ocasión, Benedetti hace un resumen de características maravillosas que le gustan en la gente.  Sin más, los dejo con este excelente escrito.

LA GENTE QUE ME GUSTA

Me gusta la gente que vibra,
que no hay que empujarla,
que no hay que decirle que haga las cosas,
sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace.

La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños
se apoderan de su propia realidad.

Me gusta la gente con capacidad
para asumir las consecuencias de sus acciones,
la gente que arriesga lo cierto por lo incierto
para ir detrás de un sueño,
quien se permite huir de los consejos sensatos
dejando las soluciones en manos de nuestro padre Dios.

Me gusta la gente que es justa
con su gente y consigo misma,
la gente que agradece el nuevo día,
las cosas buenas que existen en su vida,
que vive cada hora con buen ánimo
dando lo mejor de si,
agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas,
de ofrecer sus manos y ayudar generosamente
sin esperar nada a cambio.

Me gusta la gente capaz de criticarme
constructivamente y de frente,
pero sin lastimarme ni herirme.
La gente que tiene tacto.
Me gusta la gente que posee sentido de la justicia.
A éstos los llamo mis amigos.

Me gusta la gente que sabe la importancia
de la alegría y la predica.
La gente que mediante bromas nos enseña
a concebir la vida con humor.
La gente que nunca deja de ser aniñada.

Me gusta la gente que con su energía contagia.

Me gusta la gente sincera y franca,
capaz de oponerse con argumentos razonables
a las decisiones de cualquiera.

Me gusta la gente fiel y persistente,
que no desfallece cuando
de alcanzar objetivos e ideas se trata.

Me gusta la gente de criterio,
la que no se avergüenza en reconocer
que se equivocó o que no sabe algo.
La gente que, al aceptar sus errores,
se esfuerza  genuinamente por no volver a  cometerlos.
La gente que lucha contra adversidades.

Me gusta la gente que busca soluciones.

Me gusta la gente  que piensa y medita  internamente.
La gente que valora a sus semejantes
no por un estereotipo social ni como lucen.
La gente que no juzga ni deja que otros juzguen.

Me gusta la gente que tiene personalidad.

Me gusta la gente capaz de entender
que el mayor error del ser humano
es intentar sacarse de la cabeza
aquello que no sale del corazón.
La sensibilidad, el coraje, la solidaridad,
la bondad, el respeto, la tranquilidad,
los valores, la alegría, la humildad,
la Fé, la felicidad, el tacto, la confianza,
la esperanza, el agradecimiento, la sabiduría,
los sueños, la humildad, el arrepentimiento,
y el amor para los demás y propio
son cosas fundamentales para llamarse GENTE.

Con gente como ésa,
me comprometo para lo que sea
por el resto de mi vida,
ya que por tenerlos junto a mi
me doy por bien retribuido.

Mario Benedetti

martes, 2 de noviembre de 2010

El Amor es… Y con eso basta

Bienvenid@s de nuevo, mis querid@s lectoræs.  Hoy plantearé un tema que a much@s les parecerá trillado, otr@s dirán que estoy loco por plantearlo así y un@s cuant@s, espero, estarán de acuerdo conmigo.

Trueque Amar es algo que parece tan complejo en ocasiones.  Y la complejidad la ponemos nosotr@s mism@s.  Por lo general, acostumbramos a percibir el amor como un acto de reciprocidad.  Buscamos entregar amor a quien puede darnos amor a cambio, o alguna otra cosa… Pero eso es harina de otro costal.  En general acostumbramos a dar amor, esperando una respuesta, buscamos una relación simbiótica donde ambas partes sean beneficiadas.

Ahhhh...  El amor... Ésto hace que no nos demos cuenta de lo que es el verdadero amor.  El amor que te hace feliz sólo por ser.  Sólo por sentirlo.  Ese amor que llena tan sólo porque está en tu corazón y se desborda como un manantial de agua refrescante.  Agua que emana de tí y fluye hacia los demás, en una corriente de buena vibra que ell@s sienten, perciben y hasta valoran sin darse cuenta.

Me amo El amor no es un toma y dame, no es un trueque.  El amor no es un negocio.  El amor es nuestra capacidad de dar.  Sin recibir nada a cambio.  Y antes de que se rían de mi, no me digan que entonces se van a aprovechar de ustedes.  Porque lo primero que deben hacer, y es lo que he dicho casi desde mi segunda publicación, es amarse a ustedes mism@s , darse sin medida, complacerse en la medida de lo posible porque en la medida en que sepan cómo amarse, comprenderán cómo amar a l@s demás.

Toma mi amor Más aún, amándose a ustedes mism@s, se permitirán ser amad@s intensamente sin sentir que “no se merecen” tanto cariño, como más de una vez he escuchado.  No es pecar de egoístas, es saber que merecemos el amor que recibimos y que cuánto más demos sin esperar un retorno, más recibiremos.

Love is... that's it El amor es una verdad absoluta, no admite cuestionamientos ni dudas, el amor sólo por existir no necesita pruebas, no necesita demostraciones, no necesita evidencia de que es.  Tú y sólo tú sabes si amas.  Sólo puedes interpretar la acciones y señales de otra persona hacia tí como amor, pero nunca lo sabrás a ciencia cierta.  Puedes sentirlo, pero no saberlo.  Y lo sientes por tu percepción, lo cual no alterará de manera alguna el sentimiento del otro.  Lo que hace que tú sientas o sepas que te aman es que haya congruencia en la forma de manifestar y percibir el amor como tal.

Doy amor El amor entonces no se trata de sacrificios, pruebas, cuánto me amas, cuánto te amo…  El amor se trata de dar, dar cuando, como y cuanto quieras… Da todo lo que te provoque, sólo por la felicidad de hacerlo y verás como no hará falta más nada.

Uno para el otro Claro, mis estimad@s amig@s, tod@s queremos que haya alguna correspondencia en cuanto a lo que amor de pareja se refiere.  No podría estar más de acuerdo.  Por eso siempre he insistido en la búsqueda de la felicidad personal y la búsqueda de alguien feliz.  Una pareja no es para hacernos felices, es para compartir nuestra felicidad con esa persona.  Así es el amor, porque el amor es…  Y con eso basta!

Palabras de sabiduría:

Recuerda que la mejor relación es aquella
en la que el amor por cada uno
excede la necesidad por el otro

Dalai Lama