lunes, 28 de junio de 2010

Cuestión de actitud

En tan sólo unos días, mis querid@s amig@s, muchas cosas se dieron vuelta en mi vida.  Algunas me resultaron cómodas, otras no tanto.  Es increíble cómo con el pasar de los años abrimos cada vez más los ojos a un mundo que creíamos conocer y que hoy en día sabemos absolutamente desconocido.  La fascinación por entender nuevos conceptos, la sorpresa de un par de palabras, una mirada o una sonrisa que rompen todos nuestros esquemas.  Tan sólo una frase, más inesperada que cualquier circunstancia convierte la vida en un mundo entero de sorpresas.

Voy a tratar de explicarme con un poco más de detenimiento.  Desde hace aproximadamente un mes, mi vida se ha visto bombardeada por acciones foráneas que me han hecho sentarme (no literalmente) a pensar acerca de ellas y de la actitud que yo mismo debería tomar ante dichas situaciones.

La primera fue un jefe indirecto con manías de dictador y actitud de jardín de infancia.  El resultado de una discusión entre él y…   bueno…  él mismo, dado que yo no participé, fue mi despido injustificado ocultado incluso a mi jefe directo.  Al principio la persona designada para tal cosa, dado que el autor intelectual del hecho no esperó a verme la cara para hacerlo directamente, estuvo tratando de justificarlo con ciertas razones que fueron una tras otra rebatidas con argumentos y hechos sólidos y comprobables.  Poco tiempo después sólo bastó una frase para entenderlo todo con extrema claridad: “la orden vino de arriba”.  Para quienes no hayan pasado por un ambiente laboral escalonado, dicha oración significa que alguno más alto en la pirámide empresarial dio la orden directa y no queda, para quienes se doblegan, otra cosa sino acatarla.  Impotencia, desolación, tristeza, rabia…  Tantas cosas se agolparon en mi pecho, que muy mal podría describirlas aquí en tan sólo unas palabras.  Alrededor de una hora después me encontraba caminando, alejándome con paso poco decidido del sitio que durante casi un año había sido un excelente lugar para pasar el tiempo, porque realmente disfrutaba lo que hacía.  Amaba mi trabajo en ese lugar, me agradaban mis compañer@s y llevaba lo que podría llamarse una vida cómoda y tranquila disfrutando de la mayor parte de los momentos vividos allí.  De pronto, recordé el crucifijo que siempre (o casi siempre) llevo conmigo, lo toqué, miré al cielo y pensé:  Señor, tú sabes lo que haces y cómo lo haces, sé que si me estás sacando de aquí es porque me tienes algo mejor, confío en tí”.

Como la lluvia que se lleva el sucio de las calles y limpia muchísimas cosas, la desazón, la tristeza, el desasosiego y la rabia fueron desapareciendo conforme mi paso al caminar cobraba más y más fuerza, me sentía más calmado y hasta uno que otra sonrisa se asomaban en mi rostro al darme cuenta de lo absurdo de la situación.  Cuestión de actitud.

Por otro lado, resultó que mientras caminaba a tomar el subterráneo para dirigirme a mi trabajo me conseguí con una vieja compañera de la escuela (y ojo, no digo que ella sea vieja, sino que nos conocemos hace bastante tiempo).  Siempre cuestioné y fui muy crítico con las amistades de entonces, por varias razones.  Yo no era, precisamente popular, ni mucho menos de los más apreciados, en las dinámicas de grupo siempre salía con las tablas en la cabeza, pero no me molestaba; yo andaba pendiente de otras cosas, la rumbita, fumar y beber hasta quedar inconsciente no era mi fuerte.  Lo hermoso del encuentro fue ver cómo la expresión en el rostro de la chica cambió de una expresión seria mientras caminaba a una amplia sonrisa al reconocer detrás de mi rápido andar y mi cara de pocos amigos (defensa natural en la calle) a ese antiguo compañero con el que compartiera varios años en un espectacular colegio que nos enseñara algunas de las mejores cosas que sabemos.  Su genuina alegría me llenó de felicidad y no pude sino abrazarla y saludarla con el mismo cariño que ella me profesaba.  Más aun, su última frase fue la que más me llenó.  “Es bueno verte”.  Incluso me comentó que hasta ha leído parte de esta bitácora.  Lo cual, desde luego, me agradó muchísimo.  Cada día descubro que mis palabras no son sólo letras que se pierden en la inmensidad de la red.

Por último, pero para nada menos importante, está la pérdida de una de las personas que me adoptara como otro hijo universitario en su casa cada vez que se me ocurría caerles por allá según los planes de uno de sus hijos.  El Sr. Daniel, padre de Oscuridad, quien hoy en día es como mi hermano, nos dejó durante un rato, porque al final, todos vamos a tratar de alcanzarlo en algún momento.  Desde este rincón sólo puedo decir que me sumo al dolor de su desaparición física, pero me sumo igualmente a la celebración de quien se sabe estará o bien iniciando un nuevo camino con muchas lecciones aprendidas o bien en un lugar de placidez, calma y felicidad.  Buen viaje, Sr. Daniel, porque para quien fuera siempre un apoyo y pilar fundamental de su familia, una espléndida y gran familia, no puede haber otro destino que algo particularmente bueno y sumamente feliz.

Esta despedida me hizo ver a gente que tenía años sin ver, me hizo ver reconciliaciones, abrazos, lágrimas y sonrisas.  Esta despedida, como todas las demás, me hizo pensar en lo importante que es ser feliz y compartir la felicidad con los demás mientras tengamos tiempo.

Me desconecto un par de días, mis muy adorad@s lectoræs, recordándoles entonces que no hay otra cosa tan segura como el hecho de que nos tendremos que despedir en algún momento, no sabemos si por poco o mucho tiempo, pero lo importante es que cuando lo hagamos, por nuestra elección o por elección de la vida, lo hagamos en buenos términos y siempre con un abrazo y una sonrisa, aunque las lágrimas empañen nuestras miradas.

Palabras de Sabiduría:

Si nuestra amistad depende de cosas como el espacio y el tiempo,
entonces, cuando por fin superemos el espacio y el tiempo,
habremos destruido nuestra propia hermandad

Richard Bach – Juan Salvador Gaviota

jueves, 17 de junio de 2010

Se necesitan locos

Hola, mis querid@s amig@s.  Hoy les traigo un escrito que después de buscar un rato en la red se le atribuye a un cura, el Padre Lebret, de la parroquia de El Dulce Nombre de Jesús en La Guancha y de San José en San Juan de la Rambla, ambas en Tenerife, Islas Canarias, España.  Sin embargo, la publicación donde se le menciona es de 2008 y conseguí una referencia anterior al mismo escrito.  Por los momentos lo dejaré como anónimo, pero si alguien sabe agradecería me lo enviaran en un correo o lo colocaran como comentario.

L@s dejo ahora con esta oración y l@s invito a que sean menos cuerd@s y un poco más loc@s…  Siempre de buena forma.  Disfrútenlo.

¡Dios mío! Envíanos algunos locos,
de aquellos que se comprometen a fondo,
de aquellos que se olvidan de sí mismos,
de aquellos que saben amar
con obras y no con palabras,
de aquellos que se entregan
verdaderamente hasta el fin.

Nos hacen falta locos, desafinados, apasionados,
personas capaces de dar el salto en el vacío inseguro,
desconocido y cada día más profundo de la pobreza;
aquellos que saben aceptar la masa anónima,
sin deseo de utilizarla como escabel;
aquellos que no utilizan para su servicio al prójimo.

Nos hacen falta locos,¡Dios mío!.

Locos en el presente,
enamorados de una forma de vida sencilla,
liberadores del pobre,
amantes de la paz,
libres de compromisos,
decididos a no hacer nunca traición,
despreciando su propia comodidad, o su vida,
plenamente decididos por la abnegación,
capaces de aceptar toda clase de tareas,
de partir dondequiera que sea por disciplina,
al mismo tiempo libres y obedientes,
espontáneos y tenaces, alegres, dulces y fuertes.

Entonces mis compañer@s de letras y ratos de reflexión, me declaro total y absolutamente loco, pero dentro de mi.  ¡Espero tenerl@s de cómplices y amig@s de locura!

SE NECESITAN LOCOS   PARA AYUDAR A LOS CUERDOS  Y  FORMALES

Palabras de Sabiduría:

La locura, a veces, no es otra cosa
que la razón presentada de diferente forma

Johann Wolfgang von Goethe

sábado, 12 de junio de 2010

Sawabona: Sobre estar solo

Abro la ventana una vez más para que se asomen en el jardín de mis ideas y les traigo un escrito del Dr. Flavio Gikovate con quien estoy muy de acuerdo.  Estas palabras tienen mucho que ver con mis artículos del amor en libertad: El amor y la libertad y Si amas algo, déjalo libre.  En ambos trato, en mis propias palabras, de explicar que lo que busco en una pareja es amor y no dependencia.  Amar por amar y no por necesitar amar.  Sin más preámbulos los dejo con esta reflexión.  Espero la disfruten.

No es solamente el avance tecnológico lo que marcó el inicio de este milenio, las relaciones afectivas también están pasando por profundas transformaciones y revolucionando el concepto de Amor.

Lo que se busca hoy es una relación compatible con los tiempos modernos, en la cual exista individualidad, respeto, alegría y placer de estar juntos; y no una relación de dependencia en la cual uno responsabiliza al otro por su bienestar.

La idea de una persona que es el remedio para nuestra felicidad, que nació con el romanticismo seguramente desaparecerá en este principio de siglo.

El Amor Romántico parte de la premisa de que somos una fracción y necesitamos encontrar nuestra otra mitad para sentirnos completos.

Muchas veces se produce un proceso de despersonalización que, históricamente, es protagonizado por la mujer. Ella abandona sus características para amalgamarse al proyecto masculino.

La teoría de atracción entre opuestos, también viene de la misma raíz: tiene que saber hacer lo que yo no sé, si soy manso él debe ser agresivo, y así todo lo demás. Una idea práctica de supervivencia y poco romántica.

Estamos cambiando el Amor de la necesidad, por el Amor del deseo. El gusto y el deseo por la compañía,
y no por la necesidad, que es muy diferente.

Como el avance tecnológico, que exige más tiempo individual, las personas están perdiendo el miedo de quedarse solas, y aprendiendo a convivir mejor consigo mismas. Ellas están comenzando a percibir que se sienten fracción, pero son enteras.
El otro, también se siente una fracción. No es príncipe ni salvador de nada, es apenas un compañero de viaje.

El hombre es un animal que va cambiando al mundo, y después tiene que irse reciclando, para adaptarse al mundo que fabricó.  Estamos entrando en una era de individualismo, que no tiene nada que ver con egoísmo. El egoísta no tiene energía propia, él se alimenta de la energía que viene de otro, sea financiera o moral.

La nueva forma de Amor tiene nuevo significado: es el complemento de 2 enteros, y no la unión de 2 mitades. Y esto solo es posible para aquellos que consiguieran trabajar su individualidad.

Cuanto más competente es el individuo para vivir solo,más preparado estará para una relación afectiva.

La soledad es buena, estar solo no es vergonzoso, al contrario, da dignidad a la persona.

Las buenas relaciones afectivas son óptimas, son muy parecidas a estar solo, nadie exige nada de nadie y ambos crecen.

Relaciones de dominación o de concesiones exageradas son cosas del siglo pasado.

Cada cerebro es único. Nuestro modo de pensar y de hacer no sirve de referencia para nadie.

Muchas veces pensamos que otro es nuestra alma gemela y, en verdad, lo que hicimos fue inventárnoslo a nuestro modo.

Todos deberíamos quedarnos solos de vez en cuando, para establecer un diálogo interno y descubrir nuestra fuerza personal.

En soledad, el individuo entiende que la armonía y la paz de espíritu solo pueden encontrarse dentro de él mismo, y no a partir de otro.

Al percibir eso, él se torna menos critico y más comprensivo con las diferencias, respetando la manera de ser de cada uno.

El Amor de 2 personas enteras es mucho más saludable.

En este tipo de relación se da el placer de la compañía y el respeto por el ser amado.

No siempre es suficiente ser perdonado por alguien, algunas veces necesitas aprender a perdonarte a ti mismo.

SAWABONA es un piropo usado en el sur de África que quiere decir "yo te respeto, te valoro, eres importante para mí!"

Como respuesta dicen: SHIKOBA, que es: "Entonces, yo existo para tí".

Palabras de Sabiduría:

Busca a alguien que ames por quién es y no por quién sueñas que sea

Jesús Alejandro “Silvarion” Sánchez

domingo, 6 de junio de 2010

El bambú japonés y mis amigos de La Mancha

Es increíble lo mucho que nos puede acercar Internet a una gran cantidad de personas alrededor del mundo.  Hace apenas unos días recibí una gratísima sorpresa en mi bandeja correo electrónico.  Un lector del blog me escribió y entre las muchas cosas hermosas que dijo hubo una aclaratoria que me puso a pensar; al final del correo y antes de citar la reflexión que aquí coloco justo como me la mandó se podía leer: Un fuerte abrazo... y en La Mancha tienes unos amigos.

Sólo atiné en el momento a sentirme lleno de alegría, de esperanza y de ¡ganas de seguir escribiendo, claro!

Muchas gracias, Sea y muchas gracias Raquel V.P.

El bambú japonés

No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego.

También es obvio que quien cultiva la tierra no se detiene impaciente frente a la semilla sembrada, y grita con todas sus fuerzas: ¡Crece, maldita seas!

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú y que lo transforma en no apto para impacientes:

Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.

Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.

Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros!

¿Tardó sólo seis semanas en crecer?

No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.

Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.

Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.

Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.

Es tarea difícil convencer al impaciente que sólo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado.

De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo.

Y esto puede ser extremadamente frustrante.

En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que en tanto no bajemos los brazos -, ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos-, si está sucediendo algo dentro de nosotros: estamos creciendo, madurando.

Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.

El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación.

Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros.

Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.

Tiempo... Cómo nos cuestan las esperas, qué poco ejercitamos la paciencia en este mundo agitado en el que vivimos...

Apuramos a nuestros hijos en su crecimiento, apuramos al chofer del taxi... nosotros mismos hacemos las cosas apurados, no se sabe bien por qué...

Perdemos la fe cuando los resultados no se dan en el plazo que esperábamos, abandonamos nuestros sueños, nos generamos patologías que provienen de la ansiedad, del estrés...

¿Para qué?

Te propongo tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la aceptación.

Si no consigues lo que anhelas, no desesperes...

Quizá solo estés echando raíces...

Debo añadir, mis amigos de La Mancha, que de este lado del planeta cuentan con un amigo también.  Saludos, abrazos y bendiciones.

miércoles, 2 de junio de 2010

Altibajos y Hakuna Matata

Muy buen@s días/tardes/noches según donde se encuentren en el planeta.  La respuesta que recibí de mi última publicación Quiero me resultó muy muy interesante.  Su longeva permanencia en la portada del blog se debió en parte a una apuesta y en parte a que el nivel de visitantes se mantenía relativamente estable a través del tiempo.  Aunado a eso, resulta que recibí un comentario que me llenó de sorpresa y de orgullo al saber que no sólo me leen alrededor del mundo, sino que además mis palabras han llegado hondo en los corazones de algunas personas.  Para mi, eso es lo que cuenta.  Que me lean no por leer, sino porque se sienten de alguna manera identificad@s con mis palabras, porque les parece que pueden aprender algo de ellas o porque sencillamente les gusta mi manera de hilar idea tras idea.

En el comentario que más me impactó, me incitan a seguir escribiendo, a seguir compartiendo esa parte de mí que he tratado de plasmar con el tiempo en las líneas de esta bitácora.  Y cómo no hacerlo, sí al escribir siento que, de alguna manera, puedo ayudar a quien me lee a superar ciertos obstáculos con menos dificultad.  Al escribir siento que tiendo una mano a quien ávido de palabras como estas busca entre los bits de la red de redes alguna luz que le indique el mejor camino a seguir.  Esa es una de las razones de mi afición a la escritura.

En fin, ¡que maravilla si nuestra vida fuera constante!  Si fuera una curva ascendente, por leve que fuera, pero que fuera siempre ascendente.  Sin embargo, tod@s pasamos por esas subidas y bajadas estrepitosas que hacen que la vida se asemeje más a una montaña rusa (roller coaster).  Esos altibajos son momentos excepcionales que pueden enseñarnos en poco tiempo cosas que tardaríamos años en aprender de otra forma.  Lo mejor que podemos hacer es aprovecharlos.

Hace poco sufrí la arremetida de una persona que ostentaba cierto grado de poder y en un arrebato de ira, se llevó por el medio varios de mis planes.  Mi primera reacción como es lógico fue sentir rabia, frustración, tristeza y hasta un poco de desolación.  Sin embargo pasaban los minutos y comencé a respirar profundo, a entender que su reacción podía haber cambiado el camino a través del cual llegaré a mis sueños y cumpliré mis planes, pero ni él ni nadie tienen el poder o la capacidad de hacerme renunciar a mis deseos.  Cerca de una hora más tarde, caminaba y sencillamente rocé mi crucifijo con los dedos, miré al cielo nublado y dije de corazón para mis adentros: confío en Ti, Señor.  Tú sabes lo que haces y por qué lo haces.  Acto seguido seguí caminando, inventándome nuevas maneras de lograr mis objetivos y hallando sonrisas en un futuro promisorio.

La mitad de los problemas se resuelven sólo con nuestra actitud.  La otra mitad, depende de las acciones que decidamos tomar.

Así pues sucedió que emprendí las acciones necesarias para resolver el problema y aquí estoy, escribiendo de nuevo, compartiendo mi experiencia personal con ustedes, esperando que les sirva de algo y diciéndoles que si en algún momento sienten todo lo que expresé arriba, pues respiren hondo, tómense un momento para tranquilizarse y piensen en Hakuna Matata una frase que en dialecto suajili o swahili significa sin problemas o no te angusties. (Gracias Ruthy)

Y para aquellos que prefieran algo más clásico sin quitarle importancia, claro está, al Rey León; está la muy afamada y espectacular canción de Bobby McFerrin: Don’t worry, be happy.

Y así, con este par de geniales canciones capaces de subirle el ánimo a casi cualquiera, me retiro durante unos días, puesto que estaré hurgando en el baúl de los recuerdos con el fin de conseguir algunos poemas de mi autoría para publicarlos aquí, poco a poco, para su disfrute (y uso) si alguno quisiera dedicar esas líneas a alguien especial.

Por último, si andas un poco triste mi querid@ amig@, no dudes en contactarme…  Quizás tenga un par de ases bajo la manga que te hagan reír.  Por MSN Messenger me puedes agregar como silvarion@msn.com y en Google Talk como silvarion@gmail.com. También se aceptan emails, comentarios en el blog y cuanta cosa se te ocurra para comunicarte conmigo.

Palabras de Sabiduría:

Si tienes un problema y tiene solución,
¿para qué te preocupas?
Pero si tienes un problema y no tiene solución,
¿para qué te preocupas?

Mahatma Gandhi