Mis queridísimos lectores. Es un inmenso placer tenerlos por estos rumbos entre letras e imágenes, donde se encuentran el pensamiento, las manos y el teclado para elaborar un rato agradable de lectura y/o discusión.
Comienzo por decir que mi intención nunca ha sido y nunca será cambiar su manera de pensar o sentir las cosas. Cambiar o no hacerlo es enteramente decisión de ustedes y yo no debo tener nada que ver con eso. Lo que pretendo con este blog es mostrar mi punto de vista para quien quiera verlo. Darles herramientas para que evalúen su propio ser y vean que si no se sienten bien donde y como están, pueden cambiarlo.
Basándome en esa pequeña introducción comienzo con el tema que me entretiene. El subestimado poder del NO. ¿Cuántas veces nos ha sucedido que nos metemos en más cosas de las que podemos manejar por no decir un simple monosílabo como lo es NO? Porque creo estar en lo cierto cuando pienso que cada uno de nosotros ha pasado por esa situación y no una, sino un incontable número de veces por no haber dicho algo tan simple como: NO.
Nosotros mismos contribuimos con frecuencia a incentivar este comportamiento. Cuando pedimos algo, no queremos recibir un NO por respuesta, algun@s se entristecen, otr@s se molestan y habrá hasta quienes griten y peleen por recibir un NO cuando han solicitado, además de buena lid, algo para sí.
Pero me pregunto. ¿Por qué debería hacer algo que alguien más quiere si no es mi deseo? ¿Por complacerl@? Tiene sentido para muchos este razonamiento. “TENGO QUE llamar a…” o “TENGO QUE visitar a…” o “TENGO QUE hacer tal cosa…”. Yo no sé a ustedes, pero lo que soy yo, disfruto haciendo las cosas porque las QUIERO hacer, no porque las TENGO QUE hacer. Y supongo, aunque no soy muy dado a suponer, que ya salió la mitad a protestar porque “la responsabilidad te obliga a hacer las cosas”.
Bueno, les voy a contar un secreto: sus responsabilidades se las han impuesto ustedes mismos. Padres, hijos, gastos, carros, hipoteca, alquiler… Todo eso lo han ido buscando ustedes. Si quieres una casa y te metiste en un crédito para comprarla no debería TENER QUE pagarlo, debería ser un placer pagarlo porque es TU CASA, es lo que querías.
Si me vas a dar una excusa, no me digas “no puedo porque TENGO QUE hacer algo”, dime “no puedo porque QUIERO hacer otra cosa” o, simplemente, “no quiero o no me provoca”. Exprésame cual es tu querer – si así lo deseas porque tampoco estás obligad@ a hacerlo.
En el trabajo, la familia, los amigos, la calle… En cualquier sitio te pueden pedir algo y debes estar consciente de que tu respuesta puede perfectamente ser un NO y no tienes nada que lamentar al respecto. Es tu derecho a preferir hacer lo que tú quieres por sobre lo que los demás quieren.
Tengan en cuenta estas palabras y no olviden que siempre tendrán el derecho a disentir sin que eso sea algo malo.
Palabras de Sabiduría
La decisión está en ti
y aunque no lo supieras,
siempre ha sido asíJesús “Silvarion” Sánchez