miércoles, 26 de octubre de 2011

Cerrando heridas, el ejercicio de la despedida

Muchas veces en nuestra vida hay capítulos inconclusos.  Sentimientos que siguen allí, tristezas que nos hacen derramar lágrimas al toque de una nota.  Amores que nos hacen tambalear a la aparición del ser amado.  Rencores que nos hacen perder oportunidades de reconciliación y muchas otras cosas que seguramente pueden pasar por sus mentes, mi muy apreciad@s lectoræs.

En ocasiones tomamos decisiones, cambiamos nuestro rumbo, hacemos un sin fin de jugadas en nuestra vida y de pronto algo pasa que hace que todo se remueva dentro de nosotros.  Son hilos, conexiones que nunca cortamos, historias que nunca dejamos del todo.

Hace tiempo que, entre decisiones, me aparté de una vida entera, moví mis pasos en una nueva dirección…  Lleno de incertidumbre. Entre pasos y paisajes me encontré en otros brazos, me encontré cambiando, me encontré con una parte de mí que había ignorado durante años y luego me encontré a mi mismo.

Conocí gente, cambié de trabajo, seguí conociendo gente y hubo gente a la que casi conocí, volví a cambiar de trabajo y ahora sigo conociendo gente pero de manera distinta.

Este artículo, más que un artículo es muchas cartas en una sola.  Este artículo, estas cartas es mi despedida de aquellas partes de mi vida que por ausencia y no por presencia me tocan el corazón y el alma entera de una manera dolorosa.

¿Por qué ahora?  Porque sí, porque siguiendo mis propias palabras acerca de la decisión de ser feliz, hoy decido no darle más cabida al dolor ocasionado por la ausencia autoimpuesta de algunas personas en mi vida, no por mi, sino por ell@s mism@s.

Walk away 01

Querid@ a quien corresponda,

Fue mucho lo que compartimos.  Fue intenso lo que sentimos.  En ocasiones, mi queridísim@ <pon tu nombre aquí si te sientes aludid@> pareció que estábamos destinados a poder contra todo.  Sin embargo, la vida, los astros, Dios y hasta nosotros mismos, supimos en algún momento que sucedería lo inevitable o, simplemente, porque no sucedió entonces una historia hermosísima lista para comenzar a escribirse se quedó en apenas un título y un borrador.

A ti y a ti, ustedes que están siempre juntas que formaron parte de mi tan profundamente que llegué a aislarme casi completamente del resto del mundo, después de vivir todos esos años como una familia, luchando contra adversidades, celebrando éxitos y superando fracasos.  Después de entregado casi una década entera de mi vida a tratar de mejorar todas nuestras vidas en conjunto.  Después de sentirme dichoso junto a ustedes y de sentir que tenía una familia, no logro entender cómo se deben cortar los lazos tan abruptamente que no quede entre nosotros nada más allá que el espacio impersonal de Facebook o una imagen en Messenger de la cual nunca obtengo respuesta.  Sin embargo, así como ustedes se vieron, lamentablemente, forzadas a respetar mi decisión de partir hacia otros rumbos, igualmente yo comencé en algún momento a respetar su decisión y dejé de buscar un contacto que siempre terminó en esfuerzos vanos por establecer un puente entre nosotros.  Hoy me despido de ustedes, porque, aparentemente, ese es su deseo.  Las amé y las amo profundamente, pero no como hace 10 años, no más ni menos, sólo de distinta manera.  Me preocupo, pero me veo de manos atadas ante teléfonos que repicaron hasta el cansancio y chats con monólogos de saludos.  Hoy dejo la puerta abierta para que pasen cuando así lo deseen, pero no me seguiré asomando a gritar sus nombres para invitarlas a pasar.  No sé si leerán esto, pero sé que lo escribo más para mi y para que mi persona lo asimilé que por esperar una respuesta de donde nunca más obtuve ni una palabra.  Adiós, hasta la vista…  Quizás hasta una nueva estación cuando nos toque compartir algún espacio.  Adiós.

A ti, que en pocas semanas iluminaste mi vida y le diste sentido luego a todas esas estúpidas frases del amor doloroso y el amor que golpea y el amor imposible.  A tí, que te invité a entrar en mi vida, en mis sueños y mis planes, en mi futuro, pero mejor aún, en mi presente…  A tí que tuviste la puerta abierta, la alfombra tendida a tus pies y mi mano abierta en gesto pleno de esperanza de sentir tu alma junto a la mía.  A ti, que una duda te alejó de un camino que auguraba hermosísimos momentos y un futuro brillante lleno de felicidad.  A ti, que extrañamente te alejaste de pronto, dejándome con un corazón echo pedazos.  Tú que fuiste sólo el prólogo, pero nunca la historia.  Tú que también decidiste privarme de escuchar tu voz y no volver a escuchar la mía a leer mis palabras en directo.  Esta parte, es tu despedida.  Hoy te digo adiós porque te has negado a entrar en mi vida de cualquier manera y no soy quién para obligarte.  Gracias por la esperanza que abriste en mi.  Gracias por sensibilizarme cuando estaba por volverme algo que muchas veces puse en tela de juicio.  Gracias por tus palabras dulces.  Gracias por los bellos momentos.  Gracias por la ilusión.  Gracias por recordarme que debo ser bueno, pero no un completo idiota que prioriza a alguien más sobre sí mismo.  Gracias por abrir una herida que me impulsó a variar mi camino.  Gracias por prepararme para tomar la decisión de ser feliz, de nuevo.  Gracias por todo eso.  Lamento que no dieras ese último paso en el umbral de la puerta a mi vida, pues creo que la experiencia hubiera sido mucho más enriquecedora, pero no lamento haberte conocido puesto que tengo mucho que agradecerte.  Así que gracias por todo y que Dios ilumine y guíe tus pasos hacia un futuro lleno de mucha más felicidad que la que hubieras compartido conmigo.  Adiós, hasta luego.  Para ti, la puerta de mi vida estará igualmente abierta, pero tampoco seguiré llamando a tu nombre para que finalmente entres por el portal.  Allí está y cuando quieras lo atraviesas.  Sólo recuerda que ahora, las reglas cambiaron.

Me despido porque cada quien tomó sus decisiones y continuó con su vida, como debe ser.  La vida no se detiene y nosotros no podemos pausar nuestro andar porque alguien más así lo quiera.  Nuestros pasos pueden ser más lentos durante un tramo, puede ser que nos detengamos un momento para descansar y recobrar energías, pero jamás detenernos por alguien que no seamos nosotros mismos.

A ustedes, quienes quedan en alguno de los capítulos pasados de mi historia, por decisión de ustedes mism@s, recuerden que les envío mis mejores deseos de salud, prosperidad, felicidad y amor.  Alguna vez fueron una parte esencial de mi vida, gracias a ustedes estoy donde estoy y he aprendido parte de lo que he aprendido.  Así que no puedo sino desearles un futuro venturoso y alguna aparición como invitad@s especiales en un capítulo futuro de mi propia historia.  Como siempre, ¡se les quiere!

Ale…

good-bye Hay otras despedidas que tengo pendientes, pero ya esto se hace muy largo y creo que entienden la idea.  L@s invito, mis querid@s lectoræs a hacer este ejercicio y despedirse de cuanta cosa o persona o, incluso, partes de ustedes que influyan de una manera negativa en su vida.  Verán cómo su paso se aviva, cómo el camino para cada meta parece más corto y cómo se sienten casi capaces de volar con tan solo desearlo.  ¡Bienvenid@s a la libertad!