jueves, 29 de julio de 2010

Hacer o No hacer

Cada vez que sucede un hecho con el que no estoy de absoluto en acuerdo suelo encontrarme en la disyuntiva de actuar o no hacerlo.  En algunas ocasiones, la respuesta es bastante sencilla de conseguir.  En ocasiones, sólo debes apelar al sentido común.  Pero algunas veces, la respuesta no es tan simple.  En casos que pudiéramos denominar extremos o críticos… ¿Qué hacer?

¿Te tomarías el tiempo para ayudar a alguien que no conoces? Más aun, ¿te arriesgarías a meterte en el ojo del huracán sólo porque piensas que es lo correcto?  Muchas veces nos quejamos, criticamos la inseguridad, la falta de acción y llamamos cobardes a todos los demás que se encuentran alrededor de una situación extrema y no actúan.  La siguiente pregunta es entonces la obvia.  ¿Y nosotros actuamos? ¿Nosotros protestamos cuando es debido? ¿Le tendemos una mano a quien la necesita? ¿Somos capaces de detener a un ladrón o, por lo menos, interrumpirle el paso para que lo agarren otras personas?

Argumentan muchos que podrían resultar muertos de interferir en una situación de esas.  Que podrían ser víctimas en una pelea violenta sólo por meterse a ayudar a alguien.  Sin embargo no se detienen a pensar que pueden ser víctimas de la misma persona en otro momento y, si todo el mundo a su alrededor piensan de la misma manera, no habrá nadie que les tienda una mano y les brinde esa ayuda por la cual tanto claman.

Por otro lado, si la mayoría pensaran en ayudar, en actuar, en seguir sus impulsos y dejar sus miedos atrás, probablemente aquellos dispuestos a proferir algún tipo de daño a cualquiera en la calle lo pensarían dos veces dad la cantidad de gente a la que se tendrían que enfrentar.

No hablo de tomar la ley en las propias manos.  Pero hablo de que en algunos momentos de la vida, hay que dejarse llevar por los instintos y proteger a quien requiere protección.  Justicia, clamas por ella seguramente, habrás dicho en más de una ocasión: ¡No es justo! Y yo te pregunto: ¿Qué has hecho tú para que la justicia se restablezca en esos momentos?

Si hay que luchar por un bien común, ¿decides no ir, porque alguien más “debe” hacerlo?  ¿Y si todos piensan como tú?  ¿Entonces quién irá? ¿De dónde surgirán los líderes? ¿Puedes llamarte valiente sin afrontar una sola vez en tu vida que debes luchar por algo?  En momentos difíciles, los valientes dan un paso al frente, se arriesgan.  Algunos ganan, otros pierden.  Pero todos y cada uno de ellos pueden estar tranquilos porque lo intentaron, hicieron lo que creyeron justo cuando fue necesario.

Aprovecho de evocar una historia que me vino a la mente pensando en esto de hacer o no hacer:

Esta es la historia de cuatro (4) personas llamadas TODOS, CUALQUIERA, ALGUIEN y NADIE.
Había un trabajo muy importante que hacer y TODOS estaban seguros de que ALGUIEN lo haría, CUALQUIERA podía haberlo hecho, pero NADIE lo hizo.
ALGUIEN se enojó por eso, porque era trabajo de TODOS. TODOS pensaron que CUALQUIERA podía hacerlo y NADIE se dio cuenta de que TODOS no lo harían.
Esto termina en que TODOS le echaron la culpa a ALGUIEN cuando NADIE hizo lo que CUALQUIERA pudo haber hecho.

Palabras de Sabiduría:

Quien no castiga la maldad
ordena que se ejecute

Leonardo DaVinci

viernes, 23 de julio de 2010

Diego, mi Diego

Visitando páginas, conociendo gente y leyendo cosas me tropecé con este escrito y me pareció que reflejaba tan bien muchas de las reflexiones que he hecho a lo largo de mi propia vida que no pude sino pedirle a quien lo escribió su permiso para publicarlo.  A pesar de no haber recibido respuesta, me tomé la libertad de hacerlo, colocando su pseudónimo al final, pues nunca le quitaría crédito de tan buen escrito a quien lo merece.  Por aquí se los dejo y espero que lo disfruten.

La noche se perfilaba como otra cualquiera en la que el destino se hace al azar y al instante. Tenía ganas de salirme de la dieta y de los locales frecuentemente visitados por lo que luego de cambiar tres veces de ruta el camino culminó temporalmente en un restaurante de comida rápida. Sirven el pedido y los pasos me llevan a las mesas en el exterior donde insólitamente había menos ruido y un clima más agradable. Mientras voy comiendo divago sobre la vida con mi acompañante y cómo no podría llegar a juzgarme una amistad por un intento romántico cuando nuestra charla es interrumpida por algunas voces que comienzan a alzarse a nuestras espaldas en la entrada al estacionamiento. La escena estaba compuesta por una chica rubia quizás de unos 21 años, ojos inmensos y de un azul muy claro, delgada y sin curvas, un joven de unos 25 años aproximadamente, moreno claro, contextura atlética, cabello cortado al ras y vestimenta informal al que bauticé como Diego, y otro joven contemporáneo dentro de un corolla blanco. En principio no entendía bien lo que estaba sucediendo, el joven del vehículo al ver a Diego acercarse dijo – No quiero pelear – y acto seguido subió el vidrio de la ventana. La chica que se encontraba intentando subir en el lado del copiloto sonreía nerviosa como si hubiese sido descubierta en alguna pequeña travesura, le hacía señas para que le abriera la puerta del carro. Diego, se detuvo delante del automóvil y repetía una y otra vez, - Tranquilo, no voy a pelear, baja el vidrio – mientras los espectadores del drama intentábamos hallar un motivo a la situación desencadenada. De pronto, la chica logró subirse al carro y convencer a su compañero que bajara la ventana del carro, lo cual, él hizo, a medias.

- Yo no tengo nada contra ti, sólo quiero que tú sepas cómo me siento. – Comenzó a explicar Diego.
- Esa mujer que está allí hasta hoy era mi vida, entiendes. ¿Cómo esperas que me sienta si yo la vengo a dejar aquí y tú vienes a recogerla?. Ella era mi vida brother, mi vida.

Fue imposible evitar el dolor en medio del pecho al escuchar sus palabras. De improviso su dolor era el mío, sus ganas desahogarse eran las mías y quise correr a él, abrazarlo y prometerle que todo estaría bien con el tiempo.

- Ahora dame la mano, el fin de semana nos vamos a ver y yo te saludaré, porque eres mi pana. – Culminó Diego extendiendo la mano a dentro del carro. Dio media vuelta para retirarse y otra media vuelta más para gritar por última vez: ella era mi vida.

La pareja sin nombre marchó a la velocidad que dio el motor y Diego se perdió en un abrir y cerrar de ojos, sin embargo, su ausencia no amilanó ni un ápice mi angustia, mi empatía con él.

Diego había sido esa noche un príncipe improvisado, un caballero valiente incapaz de propinarle una mala palabra a aquella mujer que le estaba partiendo el alma yéndose con otro, un hombre leal que siguió siéndolo a pesar de la clara traición de su amigo, un enamorado hasta el hueso que no se intimidó por el público que observaba al decir lo que sentía. Diego bajo una perfecta luna llena de Julio, era un héroe vencido, pero un héroe al fin.

Durante todo el camino a casa no pude apartar de mi mente, ni de mi pecho, todo lo que aquello me había producido. Analizaba una y otra vez aquel capítulo como de libro y llegué a preguntarme hasta cuando los hombres de verdad se enamorarán de mujeres de hielo, hasta cuando las mujeres seguirán eligiendo al cobarde del corolla que no dará la cara por ellas, hasta cuando habrá cobardes que traicionan una amistad... ¿hasta cuando amaremos de más y seremos como Diego?

La Mandrágora

Palabras de Sabiduría:

Los amores cobardes no llegan
ni a amores ni a historias, se quedan allí…
Ni el recuerdo los puede salvar,
ni el mejor orador conjugar…

Silvio Rodríguez

martes, 13 de julio de 2010

Si no eres parte de la solución…

Mis muy querid@s lectoræs.  Hoy escribo por una actitud que constantemente veo y trato de mover a la gente a cambiar.  En múltiples ocasiones, me consigo con gente que se queja de la vida que tiene, del trabajo que (no) tiene, de la pareja que (no) tiene o de cualquier cosa que pueda estarle molestando.

Resulta que entonces te consigues con alguien que te dice que su trabajo le aburre, que está cansado, que no le pagan bien, que quiere cambiarse, que quiere mejorar.  Y cuando le preguntas en cuántos trabajos se ha postulado o si está buscando o si por lo menos le ha dicho a sus amigos que muevan su hoja de vida por ahí a ver si consigue algo mejor, las respuesta es un simple NO.

Vas y te consigues con la gente que siempre ESTÁ PENSANDO cambiar, pero que al fin y al cabo, NUNCA ACTÚAN para ir hacia ese cambio.  Ves gente que una y otra vez se estrellan contra la misma pared y por más que les digas que cambien de rumbo porque van contra la pared, no cambian ni el rumbo ni la velocidad y se escudan en un no puedo porque no soy como tú.

Eso me hace recordar el primer capítulo del libro Ilusiones de Richard Bach, en el cual, un Mesías trata de convencer a la gente de que ellos pueden hacer todo cuanto él hace, sólo tienen que creer.  Pero la muchedumbre sólo se asomaba y lo veía como si fuera un extraterrestre, porque él era un Mesías y ellos no.  Pero resulta que lo que esa multitud de gente nunca percibió es que el Mesías era tan humano como ellos.

Y es lo que pasa la mayoría de las veces.  Vemos gente exitosa y deseamos ser como ellos, pero ¿qué es lo que tienen ellos que nosotros no? Actitud.  ¿Acaso son extraterrestres? Para nada.  ¿Son tan distintos a nosotros? En lo absoluto. ¿Son tan inalcanzables? Están a la distancia de una decisión.

En mi opinión, hay dos actitudes que podemos tomar en la vida: ser espectadores o protagonistas.  Podemos dejar que la corriente de la vida nos arrastre a la deriva y ver como otros nadan hacia los lugares donde desean estar.  Podemos maravillarnos de su grácil estilo, de la fluidez de sus movimientos mientras nosotros flotamos sin rumbo alguno.  O bien podemos comenzar a nadar y llevar el curso de nuestro destino.  Podemos bracear con tanta fuerza como queramos, aprovechando oleadas que nos impulsen a nuestro destino elegido y dejando atrás aquello que nos pueda alejar.

Si tú, mi querid@ amig@ lector(a), piensas que las palabras en este blog y muchos otros son palabras escritas por un profesional, te equivocas.  Somos gente tan común y tan aficionada a escribir como cualquiera que sienta deseos de comunicarle sus conocimientos y experiencias a los demás.

Tú y sólo tú, decides dónde estás y por qué.  Y si no te gusta dónde estás, entonces cámbialo.  Decídelo y ejecuta un plan para alcanzar todo lo que quieras, porque lo único que hace falta para hacerlo, son ganas.

Puedes ser el protagonista de tu propia vida, sólo tienes que decidirte.  Ver o hacer.  ¡La respuesta está en tí!

Palabras de Sabiduría:

Si no eres parte de la solución, eres parte del problema

Vladimir Lenin

lunes, 5 de julio de 2010

Poema - Cielo

Recuperado del baúl de los recuerdos, hace más de 10 años que escribí este poema.  Espero que lo disfruten.  Está inspirado en un amor jóven, inexperto y lleno de inocencia, algo de egoísmo y muchísimas ilusiones.  Más tarde aprendí que las cosas no necesariamente son para siempre, pero que no hay nada mejor dar lo mejor de ti.

Miro al cielo y veo,
algunas veces el Sol, algunas veces la Luna,
otras, sólo veo las estrellas,
pero siempre que miro al cielo
te veo a ti en cada astro,
en cada nube, cada destello,
en el inmenso azul
de su gran belleza,
que junto a ti
no es más que una gota de agua
en el profundo mar sin final
de nuestras almas,
en la infinita oscuridad
que me rodea cada noche
cuando me asomo a la ventana
y miro al cielo
y te veo y grito a los cuatro vientos, tu nombre
encerrado entre dos corazones
que desean ser uno mismo.

Mi cielo eres tú,
porque estás en mí,
porque estoy en ti,
porque nadie jamás podrá
amarte como yo lo hago
nadie te verá con los ojos
con los que yo te he visto,
con los ojos del alma,
ciegos ante tanta luz,
tanta dulzura, tanto cariño
que sólo tú me das.

Ahora vuelo hacia ti
en el cielo de mi espíritu
posado sobre tus recuerdos
que flotan en mí
con la suavidad de tus besos,
con la ternura de tus caricias,
con la verdad de tus palabras
y el amor que nos une.

Todos esos recuerdos
que en tan poco tiempo
lograste dejar en mí
mi sol, mi luna, mi cielo.

Cada cosa que hago,
cada canción que oigo,
cada cosa que miro,
sólo me hacen recordar
cuánto te quiero,
cuánto te extraño,
cuánto te necesito,
todo me recuerda
cuánto TE AMO.

Antes solía pretender volar
en esta supuesta libertad
que sólo me mantenía
prisionero de mi soledad;
antes mi cielo tenía un límite
tan próximo e invisible,
pero tú rompiste ese muro,
tú acompañaste a esa soledad
y ahora no puedo estar
de nuevo con ella,
me niego a estar sólo
una vez más contigo tan cerca.

Escucha mi corazón,
sus latidos te dirán
lo que significas para mí;
mira mis ojos,
en ellos verás
tu alma dentro de mí;
toma mis manos,
ponlas junto a las tuyas
y jamás te querrán soltar;
toma mi vida,
has con ella lo que quieras
pues de nada me sirve sin ti;
tómame tal cual soy
y déjame quererte,
pues el amor lo es todo,
es lo que deseo ofrecerte.

Cierra tus ojos,
toma mis manos,
escucha mi corazón,
siente mi respiración
y sabrás que TE AMO
y que siempre lo haré.