miércoles, 24 de noviembre de 2010

Que mal día… Emocionalmente hablando…

A22B5X Vaya vaya…  Necesito una vez más sacarme este torbellino de pensamientos de adentro, necesito masticar este revoltillo de sentimientos y darles un matiz más inteligente.  Hoy el instinto trata de apoderarse de mí.  Quiero gritar, llorar, golpear un saco, arrojar cosas contra el piso, quiero correr hasta caer exhausto y dormir antes de que una lágrima asome en mis ojos…  Pero no lo haré.  Hoy 23 de Noviembre de 2010, ya termina el día, queda escasamente una hora para que se acabe y me siento a escribir porque siento que de no hacerlo, el pecho me va a estallar.

Pero comencemos por el principio.

Hoy me levanté con desasosiego y un extraño dolor en las costillas de mi flanco derecho.  Hice una llamada, dos…  Nada…  Será que está ocupada…

- No te preocupes – me dije, sin mucho éxito al tratar de convencerme a mí mismo de que lo que sentía no tenía relación alguna con ella.  Algo muy dentro de mí sabía, sin motivo ni explicación, que ella no estaba bien.

¡Llamó!  ¡Aleluya!  El corazón se desboca frenético al escuchar su voz, pero su galope se detiene en seco cuando su tono revela que esta vez la conversación no terminará en una larga despedida como es costumbre.  Su voz está apagada, angustiada.  Sé ahora que lo que siento no es efímero, es real…  Comienza el día y ya pinta a desastre sentimental…

Almuerzo…  No se ha conectado en toda la mañana…  Nada común…  El nudo en el estómago a estas horas, normalmente causado por el hambre, esta vez tiene otro origen.  Ella.

Ya lo sé…  Viene como un tren hacia mí, pero decido hacerle frente estoicamente.  Después de un par de llamadas no contestadas, un mensaje de voz y un par de mensajes de texto, renuncio a la idea de recibir una respuesta y confiando en el corazón, no hago sino tratar de buscar una explicación loable que me de un poco de tranquilidad.  Pero es inútil.

Paso el almuerzo en grata compañía, satisfago mi necesidad física de comer, pero el hambre que siento en el pecho no se me quita…  De pronto…  ¡No uno, sino 2 mensajes de texto! – Discúlpame – ya comenzamos mal – Estoy confundida – con algunas palabras en el medio.

Agradecí la sinceridad, pero las entrañas se contorsionaron, el estómago se agitó.  Controlo las sensaciones a punta de fuerza de voluntad…  Busco palabras y respondo los mensajes…  En resumen, digo: – No te alejes.

Vamos por un café antes de volver a la oficina y bromeamos…  Trato de distraer mi mente en las conversas, pero no está funcionando…  Tengo que llegar a ella…

Más tarde un vaivén de correos electrónicos. Comienzo yo, tratando de dialogar…  Termino tratando de conseguir unas horas, una conversación frente a frente, mirándonos a los ojos.

Ofrecí verdad, sinceridad, respeto, paciencia, comprensión, felicidad, alegría y siempre terminar el día con una sonrisa…  Cumplí.  Aún estoy cumpliendo, y pienso seguir haciéndolo hasta que este tren parta de su estación.

Mantengo las sonrisas a fuerza de panas, compañeros de oficina que son una bendición y una persona que después de recibir mi apoyo, se agarró hoy como los machos y se puso de muleta.  Se dio cuenta de que con todo y la actitud, algo estaba diferente y sin más, me escuchó durante un par de horas haciendo chistes entre catarsis y catarsis, llamando carcajadas que liberaran la tensión.  ¡Gracias Manolacho!

Consigo a una buena amiga.  Le cuento, comienzo a sacar lo que llevo dentro…  Mi tono jocoso disfraza el dolor, pero no ante sus ojos que me conocen bien.  Se da cuenta y me abraza, me abraza mucho y lo agradezco desde lo más profundo de mi ser.

Va al cine, con otros amigos.  Es hora de despedirse.  Su encuentro no pudo ser más preciso.  Nos damos un fuerte abrazo y prometemos vernos lo antes posible. Quiere que hablemos, quiere escucharme.  Gracias.

Sigo en el carro, hablando con Manolacho en el carro en el camino a su casa, que está desviándome un poco camino a la mía.  Me desea suerte de corazón.  Nos despedimos y me voy, sumido en mis pensamientos, confundido.  ¿Confundido? - Vamos, no seas idiota.  Tú sabes bien cómo son estas historias. – Me digo con un ápice de sarcasmo hacia mi mismo, buscando remplazar la impotencia por rabia.  Pero vamos, no estamos en guerra, no hay un enemigo sobre el cual enfocar mi ira, así que desecho la idea.

Tiempo, pienso.  Aludo, como buen computista a la lógica elemental.  Sólo hay dos opciones, más y mejores momentos como los que vivimos o una historia, probablemente repetida, en un lugar donde las segundas partes, rara vez son buenas.  ¡La opción lógica soy yo!  Pero ya sabemos cuán ilógicas pueden llegar a ser las mujeres, ¿cierto?  Sólo resta dejar pasar el tiempo, seguir con mis planes egoístas y esperar mientras sigo haciéndome feliz. Tiempo. ¿Cuánto? No tengo idea…

Vaya, ya estoy llegando a casa.  Pasadas las 8:30pm.  No quería llegar.  Voy a revisar correo como de costumbre y ese dolor en el costillar derecho que desde esta mañana estaba pulsando no ha cedido un ápice.  Malas noticias.  Puedo sentirlo.

Respuesta a mi último correo. Miedo.  Leo tanto miedo en sus palabras que casi me contagia.  Respondo una última vez, prometiéndome a mi mismo respetar su decisión y termino despidiéndome, dándole el espacio que ella cree necesitar.  Se me parte una vez más el corazón y no comprendo en absoluto qué es lo que está pasando.

Cambio el mensaje en el Messenger y en GoogleTalk.  Se abren ventanas de conversación.  Varias, al mismo tiempo.  La gente pregunta, respondo escuetamente sin dar muchos detalles.  No estoy de ánimo.  Juego en modo solitario, ya que no hay modo de conectarme a un juego cooperativo. Y leo, pauso el juego, respondo. Sigo jugando, y me ensaño contra los terroristas. Sigo respondiendo.  Todo mundo opina.  Todos dicen ella es la que pierde y les creo, pero no alivia demasiado ni mi dolor ni mi cansancio.  Y me pregunto: ¿Y cuándo será que aparezca una que no se quiera perder esto que mis amig@s ven en mi? Ahí va el sarcasmo de nuevo.  Lo desecho.

Otra gran amiga aparece en GoogleTalk y me azota con mis propias palabras.  La entiendo, me entiendo, pero sigo sin mucho ánimo.  Ya había comenzado a escribir, alrededor de las 11 de la noche.  El buen humor, no lo pierdo y hago un par de chistes malos en medio de la conversa, nos reímos.  Se va a dormir.

Sigo escribiendo.  Las palabras aparecen solas en la pantalla, ni mi mente ni mis ojos, ya agotados a esta hora quieren seguir lo que escribo con detenimiento, sólo quiero dejar salir lo que que consiga dentro de mi.

Casi la 1 de la mañana.  Hora de dormir, los dejo con este día…  Terrible desde un punto de vista, pero lleno de aprendizajes desde otro.

No me arrepiento de haberme dejado llevar por el sentimiento que ella me inspira, me hizo sentir como llegando al mismo final del arcoíris en apenas unos días…  Pasarán los días, agitados en principio…  Tengo que desintoxicarme de ella, de su imagen, de la falta que me hace escuchar su voz temprano en la mañana y justo antes de dormir…

Pasará, como todo pasa… O volverá antes de que yo parta hacia un nuevo rumbo que estime feliz.  Sólo Dios lo sabe…  A Él le pido que le dé la mayor felicidad posible, conmigo o sin mi.  Y me despido agotado, mis estimad@s compañer@s de letras, agradeciéndoles que hayan leído este día.  No tengo fuerzas para reflexionar ahora mismo, pero estén atentos porque las siguientes semanas prometen ser productivas en cuanto a escritura se refiere.

Y les digo: Podemos creer que nadie nos entiende, pero resulta que más de un@ ha vivido lo mismo que nosotros, diferentes actores, variaciones en el guión, pero la misma historia al fin y al cabo.

Por cierto, la molestia en el costillar ya no es dolor, es sólo molestia…

Palabras de Sabiduría:

Las lágrimas son palabras
que deben ser escritas

Paulo Coelho

2 comentarios:

  1. Hola!!..Wow increiblemente complacida por tu historia, yo opino que el amor verdadero no se rige bajo ninguna condición, más bien es una actitud.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por el tiempo que te tomaste en leerlo y muchas más por tomarte el tiempo de dejarme un comentario :)

    ResponderEliminar

Deja tu comentario, nada es más gratificante que saber que algo de lo publicado en este blog resonó de alguna forma en tí!