miércoles, 24 de noviembre de 2010

Hoy… Se reventó la represa :(

BRTY56 Quiero escribir, quiero dejar este peso en palabras… quiero aniquilar las dudas, quiero hacer un agujero negro en mi alma que absorba esta desazón, que se lleve para siempre este mal sabor de boca, esta amargura al final de la garganta que la tranca y, ni siquiera me deja respirar bien.

Después de dormirme hoy mismo, más allá de las 2 de la madrugada, me desperté con un sobresalto…  6:29pm, suena el teléfono celular.  Quiero pensar que todo fue un mal sueño, que hoy es martes y esta llamada es, como de costumbre, ella.  Una voz que no me suena conocida al otro lado de la comunicación saluda, fuerzo mi mente, ¡TIENE QUE SER ELLA!  La voz pregunta: – ¿Quién es? – Sólo atino a responder mi primer nombre…  No es ella, qué puede importar quién llame a esta hora si no es ella y si además no sabe con quién está hablando.

Total que traté de darme ánimos.  Sentía un vacío entre pecho y espalda…  Y no precisamente por hambre.  Pero bueno, nada…  Hay que trabajar, el tiempo pasa, pierdes tiempo de felicidad, pensé.  El aire frío de la mañana me atravesó…  Como si no tuviera sino un agujero en el pecho.  Me heló hasta los huesos…  Por primera vez en mucho tiempo, no sólo me sentía muerto de frío por fuera…  Mi interior se estaba congelando.  ¿La razón?  La falta de su voz en la mañana…  Sacudo mi cabeza con fuerza y pienso siempre le dices a la gente que sea fuerte.  Me visto con una prontitud inusitada.  Corro a la computadora, abro el Messenger, GoogleTalk…  No está…  No está en tu vida, no te portes como un niño, me increpo.

Me consigo a mi hermana camino a la puerta. ¿Puedes llevarme al colegio? Sí. La respuesta casi sin dejarla terminar la pregunta.  Ella ignorante de todo, no me lee en los ojos el quiebre que sufre mi alma y me pregunto si es que acaso yo, particularmente yo nací para estar solo.  No sólo en el mundo.  Con mis amigos, pero solo.  Con su apoyo, con sus alegrías, con u compañía, con su familiaridad y su amor… de amig@s.  Casi sin darme cuenta, llego al colegio, mi hermana se baja, arranco.  Quiero escuchar el motor, quiero hacerlo rugir.  Quiero que ensordezca mi mente, que nuble mis pensamientos y que apagué el llanto de mi corazón.  No funciona.

Me consigo con una amiga, le doy la cola al trabajo.  Una conversación ligera, pero llena de cariño me reconforta.  Me doy cuenta que su falta, la de ella, me genera un nivel de soledad inmenso.  No hay cómo cubrirlo.  Podría estar en el medio de un tumulto y no escuchar un solo sonido de lo que sucede a mi alrededor.  Me enfoco en manejar.  Pero no logro callar a mi corazón.

Me dirijo a mi oficina, sin desayuno.  Por segunda vez, no tengo hambre.  No quiero comer.  No quiero ir.  Quiero bajarme del carro y correr, cansarme.  Agotarme, para ver si así no tengo ni fuerzas para sentirme así.  Pero no puedo.  Sintonizo en la radio Tiempo de Cuaimas.  Las animadoras suelen alegrarme y entretenerme.  Tema: Los hombres Zamuros, sombríos, fracasados, envidiosos…  Y una sarta de cosas más.  Pienso que alguien se siente permanentemente peor que yo. Vaya consuelo.  Es una idiotez de mi parte pensar así.  Me regaño a mi mismo de nuevo.

Manejo, me estaciono, camino.  Paso por el puesto de las empanadas y hoy, en lugar de seducirme su aroma, me causa repulsión.  Náuseas.  Acelero el paso.  La tristeza viene por mí y casi voy al trote a ver si la dejo atrás.  Nada.  Al llegar a la oficina, coloco la laptop en mi escritorio, conecto el monitor secundario y los cables del ratón, energía y audífonos.  La enciendo.  Me tienta ver si está…  Me levanto.  Voy por agua.  Mi garganta se reseca.  Mi estómago se comprime en protesta por la falta de comida.  Mi alma se dobla y el miedo aparece…  Lo enfrento, lo miro a los ojos y camino directo a mi escritorio.

Llega una gran compañera, mimosa, embarazada…  Me lee los ojos.  Me abraza con fuerza y me dice: Hola, cariño. Dándole un matiz normal al asunto.  Mis ojos actúan como una represa.  Quiero estallar en llanto.  ¡No puedo! Sí, sí puedo.  Pero no debo.  Tengo que concentrarme.  Una lágrima rebosa la muralla de mi voluntad.  La enjugo con un dedo antes de voltear.  Esbozo una sonrisa tan dulce como me permite el corazón y la veo con agradecimiento.  Bajo forzado por mi cerebro a comprar un Yogurt.  Compro dos.  Debo comer.  Es estúpido no hacerlo.  Me como uno a duras penas.  Guardo el otro en la nevera.

monstruo_milton Transcurren las horas, resuelvo cosas simples.  Me reúno para discutir un diseño.  Trato de hacer chistes malos.  Los demás se ríen más que yo.  Confirmo que me dicen Milton, un gran monstruo con un corazón enorme.  Me siento mejor.  Un parpadeo naranja me llama la atención en mi monitor a escasos metros.  No pienso.  Pienso en lo bonito que es ser considerado alguien de una gran corazón.  Remo en mi silla como si de un bote se tratara, jugueteando para animarme un poco.  Es ella.  Una frase.  Me siento la mala. Se me parte el alma una vez más.  Son circunstancias del corazón. Aparece una segunda frase. Aunque no lo creas, me siento mal.  Respondo, con comprensión.  Le creo, le aposté todo.  Cómo no creerle.  Puedo sentirlo, su malestar.  El nudo en el estómago, la garganta seca una vez más.  La saliva no aparece y siento como me marchito por dentro.

No responde más…  Se fue.  Sigo la reunión…  Ni me acordaba.  My bad.  Termina la reunión.  Hora de comer.  Llamo a Manolacho.  Nos espera. Bajamos un grupo.  Las chicas me leen los movimientos.  Me ven apagado.  Me abrazan.  ¡Gracias!  Una vez más, las lágrimas amenazan con aparecer.  Aprieto los puños.  Sonrío, acelero el paso.  Me anima saber que se preocupan por mí.

Caminamos, hablamos.  Trato de bromear, distraer mi mente.  Silenciar durante un rato a mi corazón. Compramos, buscamos una mesa, nos sentamos a comer.  Hablamos de varias cosas.  Terminamos de comer.  Café.  Por favor.  Pedimos, nos sentamos. Hablamos.  MaGa me acaricia suavemente la espalda, luego va por las cosquillas.  Las últimas no aparecen.

Volvemos a la oficina.  Llegando, me llama Louise.  Mi mejor amiga.  Me devuelvo a Mc Café.  Hablamos de trabajo.  Pero ella me ve y lo sabe.  Algo grave me pasa.  Transcurre la tarde entre bases de datos, soporte y problemas de internet.  En algún punto ella me habló de nuevo.  Una frase.  No recuerdo.  Hablo, hablo, hablo.  Dejo salir un montón de amor…  Nunca responde.  Siento como cuando vas a servir jugo de una jarra demasiado llena y a última hora, quitan el vaso.  ¿Leyó?  No lo sé.  Hora de irme.  No quiero.  Aquí estoy acompañado.  Amig@s, compañer@s de trabajo que se van ganando también ese nombre.  Ese puesto tan especial.  Después de volcar un camión de amor contenido sobre el Messenger, le digo a ella

7:40 de la noche.  Me voy.  Manolacho también me lee.  Me conoce.  ¿Te vienes? La pregunta es retórica, él lo sabe.  Pero también sabe que quizás necesito espacio. Si no estorbo.  Mi respuesta es concisa. ¡Los amigos nunca estorban!  Me despido.  Louise me dice: Yo también me voy.  Lo sé, no está apurada, pero quiere hablarme.  Me abraza saliendo. Comienza a decirme cuánto me quiere.  Sus palabras llegan muy hondo…  Como siempre.  Llegamos al Centro Comercial.  Hacemos la cola para sacar algo de efectivo del cajero automático.  Me abraza, tiernamente.  Demasiado.  Mis ojos no dan más.  Las lágrimas brotan casi a borbotones, no puedo controlarlo.  Lloro, sólo me apoyo en su hombro y lloro como un niño.  Suenan las palabras de siempre, con el plus de que vienen de una madre.  No te pongas así.  No me gusta verte triste.  Tú eres muy bueno.  Me dejo llevar por los sentimientos, la gente me observa con extrañeza.  No me importa.  Sólo quiero llorar.  Louise está allí, ella me entiende.  Me conoce mucho más allá de mis chistes de sexo y de mis actuales dudas respecto al amor.  Renuncio a ser un triste Príncipe Azul, ¡ya no más! Sólo sirve para que te jodan.  Rabia.  Estoy cansado Louise.  ¡Cansado!  No quiero seguir siendo demasiado bueno.  Ella me cachetea con sus palabras.  Pero eres así.  Yo sigo renegando del amor que aún se desborda por mis poros.  Que cae en el vacío de la soledad que estoy sintiendo.  Ella sólo me abraza y me dice que ya llegará la persona.  Siento que ella es la persona, Louise.  Pero no se da cuenta.  Tiene miedo.  La entiendo.  Quisiera odiarla, borrarla, sacármela de la cabeza, de la vida.  Pero ni siquiera puedo culparla. Y la quiero.  La quise con fervor, las quise con el alma entera.  De sus labios, sólo escucho Si es, entonces ya vendrá.  Se dará cuenta.  Sus palabras me atraviesan de par en par.

Nos detenemos a tomar agua y ella y su hermana a comer algo.  No tengo hambre.  Dejo deslizar más lágrimas por mi rostro, estoy entre familia.  Tomo sorbos de agua que calman la sequedad de mi garganta…  Sólo durante un rato.  Me siento mejor.  Pero necesito escribir.  Llega MaPa, la hermana de Manolacho y pienso que me tocará irme solo…  Una vez más.  ¡No!  Manu me dice que se viene conmigo.  Se dibuja una sonrisa en mi rostro.  Un verdadero amigo.

Vamos a carro.  Jugueteo arrancando para quemar caucho en el estacionamiento.  Louise me sonríe junto con Gorka. Dos de mis mejores amigos.  ¡Que suerte tengo!  Sentimientos encontrados.

Salgo, dejo a Manuel y llego a casa.  Voy a escribirle.  Un último correo, quizás sea una despedida.  Quizás sea lo que la haga despertar.  Quizás le dé el valor de enfrentarse al miedo y decirme: Ven.  Una sola palabra.  Tres letras y mi mundo sería de colores de nuevo y dejaría de estar tan gris.  No lo sé.

Pero sé que no dejaré una sola palabra sin ser dicha.  Si pierdo esta batalla, no será por no haber hecho todo lo que pueda.

Sí…  Triste.  ¡PERO NUNCA JAMÁS DERROTADO!

Ahora me despido.  Voy a escribirle a ella.  Terminaré de mandarle lo que queda de mi ilusión.  Ella, confío en Dios, sabrá qué hacer.

Y mañana…  quizás les cuente.  (Si llegaste aquí y no entiendes nada…  Ve al post de ayer)

1 comentario:

  1. Cielo!!! Ahorita no tiene caso que te diga que tengas paciencia, o que esas cosas pasan, porque no es consuelo y esas cosas ya las sabes... Concuerdo con tu amiga, si es ella, ella vendrá a ti, lo que si te repito aunque sea trilladísimo es que sólo Dios sabe lo que te depara, y sabes que siempre será lo mejor, porque así ha sido, y así seguirá siendo, la mayoría de las cosas que te pueda aconsejar ya las sabes, pero comúnmente cuando hay dolor uno suele enceguecerse y no pensar claramente...

    El tiempo lo necesita ella, no tu. Sabes lo que sientes, ella es la que necesita esclarecerse, entonces deja que lo haga, no te preocupes demasiado, aunque sea difícil, así funciona el amor, simplemente mantente orgulloso de lo que sientes, Llora si quieres llora, ríe si quieres reír, grita si quieres gritar, pero no te olvides de tu libertad de sentir y de vivir. Tu eres un ser humano excelente, con coraza o sin ella, eres íntegro y también tienes todo para hacer feliz a alguien. Estarás bien pronto, sea lo que sea que pase, porque así eres tu, eres BUENO.

    Ojalá muchos de nosotros amaran como lo haces tu, el mundo sin duda sería mejor. Y por supuesto, bendita la mujer que te logre tener a su lado, de verdad.

    Te quiero niño. Besos.

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