viernes, 18 de septiembre de 2009

No se destruye, se transforma

Científicamente hablando, la energía no se destruye.  Sólo se transforma.  Espiritualmente hablando, hay muchas opiniones, muchas discusiones y muchos más hechos que apoyan un lado y otro.
Particularmente y en cuestiones del amor, ésta premisa es más cierta que en cualquiera de los contextos en donde se quiera analizar.  Los sentimientos, esa energía que tan intangible se manifiesta…  Que tan invisible se ve en los ojos que quienes lo poseen…  Son ellos quienes más movimiento experimentan a través de nuestra vida.  Admiración que termina en decepción.  Cariño que se vuelve amistad, amistad que (de pronto) se vuelve amor…  Y hasta amor que se vuelve odio…

Muchas son las transformaciones de esa energía tan única que es el amor en todas sus expresiones.  ¿Quién no las ha sentido?  Y hay que ver cómo nos mueven internamente, cómo nos desenfocan el mundo en el tiempo que tarda un suspiro…  En un abrir y cerrar de ojos estamos sumidos en un mar de lágrimas o volando entre las nubes…

Cuando un cambio así ocurre, no es inmediato…  De hecho poco nos afecta mientras nos negamos a ver hacia nuestro corazón…  Pero en el momento en el cual decidimos escuchar las quejas del alma y aceptar como un hecho uno de estos cambios…  El mundo se deforma, dormimos menos… o dormimos más… Nos sentimos tocando el cielo… O en las puertas del purgatorio, con una culpa inmensa…  O sentimos ambas cosas.

Cuán fácil es ser feliz, pero cuán difícil puede ser decidir serlo…  Y que engañoso puede ser el camino hacia esa felicidad.  Sin embargo, con convicción, visión y tiempo para pensar, podemos transitar el camino para llegar a la dicha que tanto deseamos.

Palabras de sabiduría:

No es lo mismo conocer el camino,
que pasar a través de él

Anónimo

El camino a la felicidad está allí…  Sólo debemos caminar a través de él, porque de hecho, la felicidad no es un destino, sino justamente un trayecto.

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